martes, 8 de julio de 2014

Cuento sobre niños y jóvenes con TDAH (Trastorno por déficit de atención)

UNA MANZANA, UNA PERA, UNA CIRUELA Y UNA CEREZA
   
Había una vez un niño que vivía en un pueblo llamado “TODO EL TIEMPO”.  Cuando tenía 5 años, fue a la escuela. En vacaciones jugaba con sus amigos. Le gustaban las vacaciones. Le gustaban sus amigos. Le gustaba su escuela.

Pero cuando tenía siete años, ya no le gustaba la escuela. Cuando llegó a los 8 años, ya no le caían bien algunos de sus amigos, y cuando cumplió 9 años ya tampoco disfrutaba del verano.

Un día verde y dorado se fue a caminar. Poco a poco llegó a un bosque y se internó en el. Allí se sentó en la sombra y miró hacia la luz del sol. Todos los días regresaba al bosque.

Un día mientras el niño estaba sentado en el bosque, un viejo caminó frente a él.

“Niño” le dijo, “¿porqué estás sentado allí en lo oscuro?”, - “porque soy muy infeliz”, respondió.

“Ya veo”, respondió el viejo, y se sentó junto al niño. “¿Porqué te sientes tan infeliz?”; - “No estoy contento porque soy tonto” dijo enojado el niño. “¿Y cómo sabes que eres tonto?”.

El niño miró el cielo y suspirando respondió: - “Lo sé porque mi hermana pequeña puede leer libros que yo no puedo leer. Mis amigos pueden resolver problemas que yo no puedo resolver. Mi maestra me deja actividades que no puedo terminar. Por eso lo sé”.

“Comprendo”, dijo el viejo. “¿Y tu vida siempre ha sido así?”.

El niño reflexionó por un momento y dijo: - “No, cuando tenía 6 años estaba contento la mayor parte del tiempo. Cuando tenía 7 años estaba contento parte del tiempo y cuando tenía 8 años nada más estaba contento un ratito”.

“Ahora tienes 9 años y ¿No eres feliz para nada?”.
- “No soy feliz. Mis amigos se burlan de mi, me ponen apodos y yo me enojo y les pego, porque en el fondo dicen la verdad”.

El viejo se levantó y dijo: “Ven, camina conmigo”. Le dio la mano y se alejaron del bosque. El camino los guió a una granja. El viejo se detuvo y le preguntó: ¿Qué tipos de árboles vez aquí?”.

El niño miró los árboles y respondió rápidamente: - “Veo árboles de cereza, de ciruelas, de manzanas y de peras”.

“¿Y cuál es el mejor?, preguntó el viejo. El niño le dijo: - “A mí me gusta…”
“No”, lo detuvo el viejo, no te pregunté cuál árbol te gusta más. Te pregunté cual árbol es EL MEJOR”.

El niño pensó en los árboles. – “Ninguno es el mejor”. El viejo dejó de sonreír. “Pero las cerezas y las ciruelas llegan primero. Las manzanas y las peras vienen más tarde en el año. ¿No son mejores las cerezas y las ciruelas?”.

Entonces el niño se dio cuenta que el viejo lo estaba poniendo a prueba. – “No señor, todos son hermosos en primavera, todos nos dan sombra en el verano y nos dan deliciosos frutos para comer”.

“Pero el manzano es más lento, ¿no es eso muy malo?”, preguntó el viejo. – “No, así son los manzanos y son maravillosos”, contestó convencido el niño.

El viejo le sonrió. “Has aprendido algo esencial hoy”. – “¿Qué cosa?”, preguntó ansiosamente el niño. “Yo no te lo puedo decir sino que es algo que tú mismo debes descubrir”. Dicho esto, se fue.


El niño se quedó mirando a los árboles y finalmente, una enorme sonrisa le iluminó el rostro.

Hospital Médica Sur: Puente de Piedra No. 150. Torre I Consultorio 430 4to. Piso
Col. Toriello Guerra, Tlalpan. C.P. 14050. México, D.F.
Tel. 5524-3051. www.terapiainfantilyjuvenil.mx


No hay comentarios.:

Publicar un comentario