viernes, 4 de julio de 2014

¿Cuáles son los efectos del abandono en los niños adoptados?

Independiente de la causa que originó el abandono, para la realidad psíquica del niño que no capta racionalmente los hechos, la muerte (real o simbólica) de los padres por ejemplo, es vivida como un abandono, como una falta de amor. La separación dentro de los primeros 6 meses: La separación de la madre a esta edad implica que el niño pierde sus sentimientos de seguridad.

La adopción es un proceso que implica pérdidas, y por lo tanto exige duelos adecuados para tales. El niño pierde la fantasía de haber sido siempre deseado. Los padres adoptivos pierden su visión de sí mismos como fértiles, y pierden al niño imaginario concebida en sus fantasías. Los padres biológicos pierden un niño real que es reemplazado por fantasías que no podrán ser contrastadas con la realidad. Cada una de estas pérdidas requiere ser reconocida como tal y por lo tanto exige ser resuelta.

La adopción puede tener los efectos terapéuticos que tiene toda relación humana profunda, al permitir que se establezca un vínculo estable con una o más figuras no rechazantes. El niño inserto en una familia acogedora, vinculado a sus padres, recobra un espacio que le permite establecer nuevos vínculos, repitiendo ahora un patrón de vinculación sano. La familia permite el ensayo de los diversos roles en un espacio protegido, seguro, y el ensayo implica la asimilación de experiencias buenas y malas, pudiendo aprender de ellas, repitiendo las buenas e inhibiendo los factores que produjeron las malas. Y así la adopción cumple su real función, que es la de permitir a los niños y a sus padres tener una familia, una familia de verdad, que difiere de las biológicas en la manera de ser conformada, pero no en sus funciones.


En resumen, la adopción cumple un papel importante para el buen desarrollo psicológico de un niño, cuando permite que se establezca una relación vincular de amor. La adopción exitosa es la que constituye un remedio a las lesiones de un niño abandonado, y la adopción frustrada constituye para el niño una nueva lesión grave, de la cual la experiencia nos dice que no se recobrará jamás completamente.

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