En la actualidad vivimos en un mundo
lleno de estímulos mediáticos, ruidos, prisas, etc. Nos encontramos en la era
de la comunicación y llama la atención que en muchas ocasiones lo que menos
hacemos es entendernos. En parte es culpa del ruido externo, del bombardeo de
mensajes de todo tipo. Pero también tenemos “ruidos interiores” que interfieren
en nuestra conexión con los demás. Valoraciones críticas, juicios visuales,
comentarios automáticos o pensamientos temerosos a los que hay que sumar las
prisas, los prejuicios, la autocomplacencia, el monólogo negativo que
entablamos con nosotros mismos, etc.
El mal oyente reclama la atención de
quien habla, piensa en lo que dirán entretanto, interrumpe para tener el
control de la conversación, se aferra a sus opiniones, etc. Por el contrario el
buen oyente no es quien procesa las palabras y su significado con atención,
sino quien logra que el que habla se sienta apreciado y animado a expresar sus
ideas y sus sentimientos. La verdadera comunicación sólo es posible si se
produce desde el entendimiento, el respeto y la confianza en el otro. Escuchar
con el corazón, el cuerpo y la mente es el mejor regalo que podemos hacer a
otra persona.
José María Rico 121-501. 5to.
Piso Col. Del. Valle. C.P. 03100. México, D.F.
Tel. 55-24-30-51. juancarlosvallen@hotmail.com www.terapiainfantilyjuvenil.mx
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