El adolescente necesita revivir los
acontecimientos significativos de su niñez para valorarlos y reorganizarlos en
función de las nuevas relaciones que está estableciendo en la sociedad, y
especialmente en función de aquellas que tendrá que asumir cuando sea adulto
(Robles, 2013). Sin lograr hacer esta valoración, el paso hacia la adultez no
se completa. Por eso durante la adolescencia son normales los repasos y
regresiones emocionales.
Anzieu (1978) refiere que “…el adolescente se sumerge en su
infancia no para reconstruirla, sino para reconstruirse de un modo diferente y
para tomar de su fondo, en algunos casos más antiguo, los nuevos recursos
necesarios para afrontar el estado adulto”.
Blos (1991) concuerda con la postura
anterior y afirma: “…la regresión adolescente hace que puedan aplicarse las
facultades avanzadas del yo a aquellas vicisitudes infantiles que podían ser
abordadas de manera inadecuada e incompleta durante los primeros años de su
vida. Este aspecto típico de la adolescencia me permite afirmar que el progreso
evolutivo depende de la capacidad de regresión. A esta forma normativa, no
defensiva de la regresión adolescente la he llamado regresión al servicio del
desarrollo”.
José María Rico 121-501. 5to. Piso Col.
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