miércoles, 31 de julio de 2013

Relaciones sexuales entre adolescentes

            En los jóvenes hombres generalmente la primera relación sexual permite antes que nada poner a prueba su potencia viril. Mostrar y sobre todo demostrarse a sí mismo “que uno puede hacerlo”. Para la mujer lo importante, en ese momento, ya son los sentimientos hacia su pareja (60% de ellas declara estar enamorada de su novio cuando tienen su primera relación). En realidad todo sigue siendo muy confuso. Entre deseo físico, sensualidad y amor, no es tan fácil ver la diferencia. Por consiguiente, las primeras relaciones afectivas suelen ser breves: algunos días, algunas semanas, rara vez más. Al igual que en el pasado, aunque tal vez menos de manera sistemática, las chicas buscan chicos mayores que ellas, ya que los chicos de su edad les parecen a menudo demasiado “bebés”. (Fize, 2007).


            Los primeros encuentros sexuales generalmente se dan en la escuela, luego en las veladas que se organizan en casa de los padres, y también durante las vacaciones, cuando el adolescente dispone más libertad y puede salir más fácilmente (de hecho, es el periodo durante el cual tiene lugar la primera relación sexual en más del 60% de los casos). Particularmente son muy apreciadas las veladas en las que se reúnen algunos amigos a solas y duermen luego en casa del anfitrión, lejos de las miradas, cuando los padres salieron el fin de semana.

¿Cómo se va dando la sexualidad entre adolescentes?

            En un principio todo empieza “tranquilamente”. Primero, en sexto de primaria y en primero de secundaria se platica un poco, las chicas con las chicas, los muchachos con los muchachos. Luego, unos y otros descubren poco a poco el deseo. Hacia los 12-13 años, en la secundaria, se empiezan a mezclar, antes de volverse un poco más audaces; a los 14 años se besan (en la boca) y se acarician un poco, nada más. La relación con penetración llegará más tarde. En pocas palabras, el encuentro con el otro sexo no deja de ser una operación delicada. El recurso a acudir a un “mediador afectivo” sigue siendo en esas condiciones la manera más clásica de entrar en contacto, sobre todo entre los más jóvenes: el chico manda a uno de sus amigos ante la elegida para preguntarle si aceptaría ser su novia.


            Siguen las fantasías, las primeras prácticas masturbatorias (prácticamente todos los chicos recurren a ellas; las chicas un poco menos). La formación de una verdadera relación de intercambio requiere de tiempo; implica una serie de pruebas, de etapas previas, de tanteo. Todo empieza con la primera “velada” en casa de amigos, lejos de los padres. Primera velada a menudo sinónimo de primer cigarro, primer trago de cerveza o de alcohol. La primera relación sexual sólo ocurre cuatro o cinco años después. Las más de las veces, no es como se había imaginado. La decepción es frecuente.

martes, 30 de julio de 2013

¿Cómo llega el conocimiento de la sexualidad a los adolescentes?

            Por lo general este conocimiento no proviene ni de la familia ni de la escuela. Aunque el sexo ya no se considere como tabú, los padres no suelen hablar mucho del tema con sus hijos. Generalmente para los padres es un asunto delicado, que incomoda. Sobran las razones para no decir nada o decir lo mínimo (por ejemplo: pensar que se mete uno en la vida privada de los hijos, etc.). La escuela no es más explícita al respecto, ya que se limita a proporcionar una información de índole puramente anatómica. ¡El amor aún no aparece en los manuales escolares! 


            La información sobre el sexo proviene generalmente de los compañeros y de los medios de comunicación, y esto sucede a una edad cada vez más temprana. La verdadera liberación sexual de esta generación es antes que nada semántica. Los niños conocen muy rápido las palabras que describen la sexualidad, de modo que hablan de sexo de manera bastante cruda, pero no tienen un conocimiento real de los mecanismos fisiológicos. El saber básico sigue haciendo falta. Ver no es saber, oír no es comprender.

¿Es más precoz la vida sexual en los adolescentes de hoy?

            Se ha comprobado que los adolescentes de hoy son tan sentimentales como los de otras épocas; de hecho se esperan a estar preparados para pasar al acto sexual. Andar con alguien del otro sexo (o a veces del mismo sexo) significa antes que nada “estar con” esta persona y no necesariamente “hacer (el amor) con” ella. A los adolescentes les gusta reunirse con amigos para pasar un buen momento, hacer proyectos, adquirir, en el caso de los más jóvenes una confianza aún incierta. La liberación sexual ya es un discurso del pasado. Las conductas son más razonables de lo que generalmente se imagina. El “desorden sexual” adolescente existe más bien en la imaginación de los adultos. La precocidad de la pubertad no es sinónimo de precocidad sexual. 

            Refiere Michel Fize (2007) que la sexualidad no deja de ser un aprendizaje que toma tiempo. A una edad en que la identidad necesita afirmarse, no se puede hacer todo rápida y fácilmente; hay que vencer, para unos una timidez tenaz, para otros indecisiones y dudas. El hecho de que los medios de comunicación y la publicidad difundan constantemente imágenes de connotación sexual no cambia nada esta realidad: la sexualidad es una prueba que hay que enfrentar y superar. Las chicas expresan fácilmente entre sí sus inquietudes al respecto. Los chicos, por su parte, se mantienen a buena distancia (verbal) de su propia sexualidad; hablan de generalidades, que no los comprometen demasiado, recurriendo a bromas pícaras, burlas y demás cosas.


            Actualmente en términos generales la edad de la primera relación sexual en los adolescentes es a los 17 años en promedio. Por lo tanto, se puede concluir que la vida sexual en los adolescentes de hoy no es más precoz que antes.

lunes, 29 de julio de 2013

¿A los jóvenes les gustan las actividades arriesgadas y sensaciones fuertes?

            Los jóvenes adolescentes a menudo buscan el riesgo, decía Freud que se encuentran en un estado de “sobrecarga energética”. Necesitan mucho movimiento para liberar las fuerzas que los animan. Los adolescentes necesitan experimentar, ponerse a prueba para afirmarse y encontrar sus límites, recurren al riesgo para superarse a sí mismos.

            De hecho debido a que actualmente a los adolescentes no se les aplica ningún rito de iniciación para poner a prueba su cuerpo y su mente, así como no se les concede ningún espacio social ni ninguna responsabilidad; esto provoca que tengan la sensación de que realmente no existen en el seno de la ciudad; consecuentemente al verse privados de expresión pública, llaman nuestra atención mediante conductas más o menos extremas. 


            Por lo mismo no hay que sorprenderse de que para los adolescentes sea “natural” el hecho de ponerse en riesgo. Resulta necesario arriesgarse para conocerse a sí mismo y afianzar la propia identidad. Lo nuevo es que el riesgo se ha convertido con la modernidad en el motor de las conductas individuales. También es una manera de evaluarse a sí mismo en un mundo de competitividad. Sin embargo, el riesgo no deja de ser peligroso.


            En el mundo actual el cual se ha vuelto menos colectivo y más individual, el peligro ayuda a los adolescentes a encontrar por sí mismos el sentido de sus conductas, debe asegurarse físicamente de su identidad, buscar en sí mismo toda esta energía que lo irriga, poner los límites cada vez más lejos. Pero el riego, el peligro, forman parte del “juego”, le dan sentido. Rebasar sus límites, superarse, comprobarse que “uno lo puede hacer”; esa es la meta.