lunes, 10 de agosto de 2015

Adopción de comportamientos de seguridad: Promoción de estilos de vida saludables


            Las tasas de muerte por accidentes persisten como la tercera causa de mortalidad en los países desarrollados. La mayoría de ellos podría ser evitada, pues es ocasionada por la conducta de los individuos. Comportamientos inapropiados en el manejo de automóviles, medicamentos, armas blancas y de fuego, sustancias tóxicas, fuego, etc., son una fuente considerable de lesiones (Robertson, 1984). Aproximadamente las dos terceras partes de las muertes por accidentes son intencionales. La mayoría de las lesiones se debe a accidentes automovilísticos y a los ocurridos por fuego.

            Si excluimos el primer año de vida, las lesiones se convierten en la causa principal de muerte durante las primeras cuatro décadas de vida del individuo. La mitad de los decesos de los niños y adolescentes también se debe a los accidentes. Se pierden más años de trabajo por lesiones y muerte relacionados con ellos que por ninguna otra causa. Los jóvenes, los pobres y las personas de edad avanzada son víctimas de ello más que el resto de la población. Los mineros y los trabajadores industriales y agrícolas son el colectivo que presentan mayor número de lesiones incapacitantes (Waller, 1987).

            Especial atención merecen los accidentes de tráfico, por sus consecuencias nefastas. Tal como ya hemos mencionado, se llevan la palma en cuanto a mortalidad y morbilidad, pues representan la mitad de todas las muertes debidas a accidentes. Las tasas de mortalidad derivadas de los accidentes de vehículos de motor se incrementan de modo alarmante durante la adolescencia. Los hombres y jóvenes de entre 15 y 19 años presentan una probabilidad dos veces y media mayor de morir en un accidente de circulación que las mujeres de su misma edad (Matarazzo, 1984; Piérdola, 1988).

            Sin embargo, la mayoría de estos accidentes pueden evitarse y es posible que muchas de las lesiones derivadas de ellos no se efectúen o, por lo menos, se reduzcan, si se adoptan cuatro medidas generales de prevención (Haddon y Baker, 1981): 1) eliminar los agentes físicos (por ej., armas de fuego); 2) reducir la cantidad del agente (por ej., velocidad de los vehículos); 3) evitar la liberación del agente (por ej., dispositivos de sujeción en los vehículos), y 4) cambiar superficies, estructuras o productos peligrosos (por ej., en los automóviles).

            Estamos persuadidos de que un objetivo específico de la psicología de la salud es lograr un cambio conductual en todas éstas prácticas, en la dirección de promover el uso de cinturones de seguridad en los automóviles, reducir la exposición de los niños a factores de riesgo, etc. (Oblitas, 2010).

Hospital Médica Sur: Puente de Piedra No. 150. Torre I Consultorio 430 4to. Piso Col. Toriello Guerra, Tlalpan. C.P. 14050. México, D.F. Tel. 5524-3051. terapiainfantilyjuvenil.blogspot.mx


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