viernes, 7 de agosto de 2015

Nutrición adecuada: Promoción de estilos de vida saludables

            En términos de efectos sobre la salud, los hábitos alimentarios de las personas que viven en las sociedades desarrolladas pasaron desde los estragos de las deficiencias dietéticas de principios del siglo pasado a los desastres del exceso, en las últimas décadas. Una nutrición correcta es imprescindible para lograr un estado saludable. De hecho, la mayoría de las enfermedades actuales guardan una estrecha relación con la dieta (por ej., la diabetes, la caries dental). Una buena práctica nutricional se caracteriza por una dieta equilibrada, que contenga todas las sustancias esenciales (por ej., minerales, vitaminas, proteínas), y un consumo adecuado, evitando una ingesta excesiva. O, dicho de otro modo, la dieta saludable es aquella que minimiza el riesgo de desarrollar enfermedades relacionadas con la nutrición (Hegsted, 1984).
 
            Las dietas saludables proporcionan una cantidad adecuada de todos los nutrientes esenciales para cubrir las necesidades metabólicas del organismo, Además de agua, los alimentos contienen cinco tipos de componentes químicos que aportan nutrientes específicos para el buen funcionamiento del organismo: carbohidratos, lípidos, proteínas, vitaminas y minerales (Holum, 1987).

            Las dos principales causas de morbilidad y mortalidad de la década de los noventa, las enfermedades cardiovasculares y el cáncer, se deben en gran medida a comportamientos nutricionales inadecuados. Por ej., padecimientos como el cáncer de colón, el estreñimiento y la diverticulosis se han relacionado con dietas pobres en fibras. Dietas ricas en grasa y sal favorecen la hipocolesterolemia y la hipertensión, dos importantes factores de riesgo de las afecciones cardiacas (Costa y López, 1986).

            Cabe señalar que entre los hábitos alimenticios más recomendables se encuentran la disminución del consumo de grasas animales, el aumento de la ingesta de leche, patatas y especialmente verduras, frutas y alimentos con alto contenido de fibra y la reducción del consumo de azúcar, dulces y harinas refinadas así como de alcohol. Esto es, una dieta equilibrada debe aportar todos los nutrientes básicos y la fibra necesarios para cubrir las necesidades, es decir, debe estar compuesta de diversos alimentos de los cuatro grupos básicos: cereales, frutas y vegetales, productos lácteos y carnes y pescados (Nelson, 1984).

            Por último, la mayoría de las personas que come saludablemente no necesita consumir suplementos vitamínicos u otros nutrientes, Sin embargo, algunos sectores de poblaciones especiales, como las embarazadas, necesitan una cantidad extra de nutrientes que aunque pueden obtenerlos introduciendo modificaciones en su dieta, es recomendable que tomen suplementos, por ejemplo, hierro (Hegsted, 1984). (Oblitas, 2010).


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