En términos de
efectos sobre la salud, los hábitos alimentarios de las personas que viven en
las sociedades desarrolladas pasaron desde los estragos de las deficiencias
dietéticas de principios del siglo pasado a los desastres del exceso, en las
últimas décadas. Una nutrición correcta es imprescindible para lograr un estado
saludable. De hecho, la mayoría de las enfermedades actuales guardan una
estrecha relación con la dieta (por ej., la diabetes, la caries dental). Una
buena práctica nutricional se caracteriza por una dieta equilibrada, que
contenga todas las sustancias esenciales (por ej., minerales, vitaminas,
proteínas), y un consumo adecuado, evitando una ingesta excesiva. O, dicho de
otro modo, la dieta saludable es aquella que minimiza el riesgo de desarrollar
enfermedades relacionadas con la nutrición (Hegsted, 1984).
Las dietas
saludables proporcionan una cantidad adecuada de todos los nutrientes
esenciales para cubrir las necesidades metabólicas del organismo, Además de
agua, los alimentos contienen cinco tipos de componentes químicos que aportan
nutrientes específicos para el buen funcionamiento del organismo: carbohidratos,
lípidos, proteínas, vitaminas y minerales (Holum, 1987).
Las dos
principales causas de morbilidad y mortalidad de la década de los noventa, las
enfermedades cardiovasculares y el cáncer, se deben en gran medida a
comportamientos nutricionales inadecuados. Por ej., padecimientos como el
cáncer de colón, el estreñimiento y la diverticulosis se han relacionado con
dietas pobres en fibras. Dietas ricas en grasa y sal favorecen la hipocolesterolemia
y la hipertensión, dos importantes factores de riesgo de las afecciones
cardiacas (Costa y López, 1986).
Cabe señalar que
entre los hábitos alimenticios más recomendables se encuentran la disminución
del consumo de grasas animales, el aumento de la ingesta de leche, patatas y
especialmente verduras, frutas y alimentos con alto contenido de fibra y la
reducción del consumo de azúcar, dulces y harinas refinadas así como de
alcohol. Esto es, una dieta equilibrada debe aportar todos los nutrientes
básicos y la fibra necesarios para cubrir las necesidades, es decir, debe estar
compuesta de diversos alimentos de los cuatro grupos básicos: cereales, frutas
y vegetales, productos lácteos y carnes y pescados (Nelson, 1984).
Por último, la
mayoría de las personas que come saludablemente no necesita consumir
suplementos vitamínicos u otros nutrientes, Sin embargo, algunos sectores de
poblaciones especiales, como las embarazadas, necesitan una cantidad extra de
nutrientes que aunque pueden obtenerlos introduciendo modificaciones en su
dieta, es recomendable que tomen suplementos, por ejemplo, hierro (Hegsted,
1984). (Oblitas, 2010).
Hospital Médica Sur:
Puente de Piedra No. 150. Torre I Consultorio 430 4to. Piso Col. Toriello
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