La
característica esencial de la autolesión no suicida es que el individuo se
inflige lesiones superficiales aunque dolorosas en la superficie de su propio
cuerpo de una manera repetida. El objetivo habitualmente es reducir las
emociones negativas como la tensión, la ansiedad y el autorreproche, o resolver
una dificultad interpersonal. En algunos casos, la lesión se concibe como un
autocastigo merecido. El individuo a menudo refiere una sensación de alivio
inmediato que tiene lugar durante el proceso. Cuando el comportamiento aparece
con frecuencia, puede asociarse con una sensación de urgencia y de ansias,
ocasionando un patrón de comportamiento que se asemeja a una adicción. Las
heridas infligidas pueden hacerse más profundas y más numerosas.
Lo más
frecuente es que la lesión se realice con un cuchillo, aguja, cuchilla u otro
objeto afilado. Entre las zonas de lesión frecuentes están la región frontal de
los muslos y la cara dorsal del antebrazo. Una sola sesión de lesiones puede
conllevar a una serie de cortes superficiales paralelos ---separados por 1 o 2
centímetros--- en una localización visible o accesible. Los cortes resultantes
a menudo sangrarán y finalmente dejarán un patrón de cicatrices característico.
Otros
métodos utilizados incluyen clavar una aguja o la punta de un cuchillo afilado
en una determinada zona, más habitualmente en la parte alta del brazo, realizar
una quemadura superficial con una colilla encendida, o quemar la piel
frotándola de manera repetida con una goma de borrar. Las autolesiones no
suicidas realizadas mediante diversos métodos se asocian con psicopatología más
grave, o incluso con llevar a cabo intentos de suicidio.
La gran
mayoría de los individuos que se producen autolesiones no suicidas no busca
asistencia clínica. No se sabe si esto es así porque se considera
estigmatizante referir los síntomas con precisión o porque el individuo que
realiza estos comportamientos los vive de una manera positiva y carece de
motivación para ser tratado. Los niños pequeños pueden experimentar con estos
comportamientos, pero no sienten alivio. En estos casos, los jóvenes a menudo
refieren que el procedimiento es doloroso o angustiante y pueden interrumpir su
práctica.
Lo más
habitual es que la autolesión no suicida comience en la adolescencia
temprana, y puede continuar durante muchos años.
Se han
propuesto dos teorías psicopatológicas, basadas en análisis funcionales del comportamiento.
En la primera, basada en la teoría del aprendizaje, el comportamiento se
mantiene por un refuerzo positivo o negativo. El refuerzo positivo se obtendría
al castigarse a sí mismo de una manera que el individuo siente que tenía
merecida, de manera que este comportamiento promueva un estado placentero y
relajado, o genere la atención y la ayuda de la pareja, o constituya una forma
de expresar el enfado. El refuerzo negativo se obtiene como resultado de la
regulación del afecto y la reducción de emociones desagradables, incluyendo los
pensamientos acerca del suicidio. En la segunda teoría, la autolesión no
suicida se considera una forma de autocastigo en la que se realizan actos
autopunitivos para compensar los actos que provocaron sufrimiento o daño a
otras personas. (DSM 5, 2014)
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Yo casi nunca me corto, solo cuando me siento muy mal 😕
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