Dicho trastorno se
encuentra dentro de los trastornos de inicio en la infancia, niñez o la
adolescencia y se caracteriza por una ansiedad excesiva concerniente al
alejamiento del hogar o de aquellas personas a quienes el sujeto está
vinculado. La ansiedad es superior a la esperada en sujetos del mismo nivel de
desarrollo. La alteración debe mantenerse por lo menos 4 semanas, empezar antes
de los 18 años y provocar malestar clínicamente significativo o deterioro
social, académico o de otras áreas importantes de la actividad del individuo.
Los sujetos con este trastorno pueden experimentar malestar excesivo recurrente
al estar separados de su hogar o de las personas a quienes están vinculados.
Una vez separados de éstas, suelen necesitar saber su paradero y estar en
contacto con ellas (p. ej., mediante llamadas telefónicas).
Algunos sujetos se muestran
extremadamente nostálgicos y desosegados hasta sentirse desgraciados cuando se
encuentran fuera de casa. Pueden anhelar el regreso a su hogar con quienes
tienen mayor vinculación, estos sujetos suelen preocuparse por miedos,
accidentes o enfermedades que afectarían a dichas personas o a ellos mismos.
Los niños con este trastorno suelen expresar miedo a perderse y a no reunirse
nunca más con sus padres. Suelen mostrarse desosegados cuando se trasladan
independientemente fuera de su domicilio o de otras áreas familiares, y pueden
evitar el ir solos a distintos sitios. Pueden ser renuentes o rehusar ir a la
escuela o a un campamento o a visitar la casa de un amigo o dormir en ella, o
hacer recados. Estos niños son a veces incapaces de permanecer en una
habitación solos y pueden manifestar un comportamiento de “aferramiento”,
situándose muy cerca del padre o la madre, convirtiéndose en su “sombra” a lo
largo de toda la casa o requiriendo que alguien les acompañe cuando van a otra
habitación.
Los niños con este
trastorno suelen tener problemas llegada la hora de acostarse y pueden insistir
en que alguien permanezca con ellos hasta conciliar el sueño. Durante la noche
pueden trasladarse a la cama de sus padres (o a la de otra persona significativa
como un hermano), y si no les está permitida la entrada en el dormitorio
paterno, pueden dormir junto a la puerta de éste. Pueden tener pesadillas cuyo
contenido expresa los temores del sujeto (p. ej., destrucción de la familia por
incendio, asesinato u otra catástrofe). Cuando ocurre o se anticipa una
separación, son frecuentes las quejas físicas tales como dolores de estómago,
cefaleas, náuseas y vómitos. Los niños más pequeños pocas veces manifiestan síntomas
cardiovasculares tales como palpitaciones, vértigos y sensación de desmayo, síntomas
que sí pueden observarse en sujetos de más edad.
Hospital Médica Sur:
Puente de Piedra No. 150. Torre I Consultorio 430 4to. Piso
Col. Toriello Guerra,
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