Costa y López
(1996) consideran que la educación para la salud constituye un instrumento más
para lograr los objetivos de su promoción y que no es posible definir en qué
consiste esta última, si previamente no tenemos una idea clara de lo que
significa aquélla a la que conceptualizan como “un proceso planificado y
sistemático de comunicación y de enseñanza-aprendizaje orientado a hacer fácil
la adquisición, elección y mantenimiento de las prácticas saludables y hacer
difíciles las prácticas de riesgo”. Por su parte, la promoción de la salud es
considerada “como cualquier combinación para la salud y apoyos de tipo
organizativo, legislativo o normativo, económico y ambiental que faciliten las
prácticas saludables”, es decir, un proceso amplio por medio del cual los
individuos, los grupos y las comunidades mejoran su control sobre los
determinantes personales y ambientales de la salud.
Stokols (1992) hace hincapié no tanto en
programas centrados en las personas o en grupos sino en estrategias de carácter
ambiental que proporcionen los recursos necesarios para promover la salud y el
bienestar de la población. En la actualidad son evidentes los efectos que sobre
la salud ejercen determinados factores ambientales. La salud ambiental se
fundamenta en la identificación, evaluación, gestión, comunicación y
eliminación de los riesgos para la salud humana que se derivan de factores físicos,
químicos y biológicos del medio ambiente, con base en la promoción de entornos
y conductas saludables que permitan la disminución de riesgos evitables. (Oblitas,
2010).
Hospital Médica Sur:
Puente de Piedra No. 150. Torre I Consultorio 430 4to. Piso Col. Toriello
Guerra, Tlalpan. C.P. 14050. México, D.F. Tel. 5524-3051.
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