Numerosos
estudios han evaluado los cambios en la expectativa de vida que tendrían lugar
como resultado de la modificación de ciertos patrones de conducta, que se
encuentran asociados con mayores riesgos de padecer ciertas enfermedades. En
general, las personas poseen hábitos adquiridos y rituales, que realizan
cotidianamente sin reflexionar, que resultan muy perjudiciales para su salud y
que son marcadamente resistentes al cambio. Prochaska y Di Clemente (1992)
sostienen que cuando se decide modificar una conducta nociva habitual, se pasa
a través de una serie de etapas:
1-. Precontemplación: En
esta etapa no se tiene planificado realizar ningún cambio, ya sea porque no se
cuenta con información suficiente sobre las consecuencias de la conducta, o
porque no se está convencido de los beneficios que reporta el cambio, o acerca
de su capacidad para llevarlo a cabo.
2-. Contemplación: Se proyecta
modificar la conducta dentro de los próximos seis meses, pero aún no se siente
en condiciones para poder hacerlo.
3-. Preparación: La
persona está convencida de que efectivamente va a realizar el cambio, y está
comenzando a hacer algo al respecto, tal como disminuir la cantidad de calorías
que consume, o el número de cigarrillos que fuma. Esta etapa dura entre uno y
seis meses.
4-. Acción: En esta
etapa realmente se efectúan los cambios necesarios y en ella se puede tener éxito
o no. Dura alrededor de seis meses.
5-. Mantenimiento: Esta
etapa puede durar hasta cinco años, y en ella no se practica el viejo hábito,
aunque aún existen posibilidades de que pueda recaer en él.
6-. Terminación: En este
nivel se encuentra liberado de las tentaciones. (Oblitas, 2010).
Hospital Médica Sur:
Puente de Piedra No. 150. Torre I Consultorio 430 4to. Piso Col. Toriello
Guerra, Tlalpan. C.P. 14050. México, D.F. Tel. 5524-3051.
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