Se han elaborado
distintas teorías para explicar la adquisición de los comportamientos
saludables y la modificación (o eliminación) de los riesgosos. La modificación
de conductas de salud implica, fundamentalmente, un cambio de estilo de vida de
las personas, en especial respecto de sus creencias y actitudes.
El modelo de creencias sobre la salud (Becker
y Maiman, 1975) explica que las personas producirán cambios conductuales
significativos en el área de su salud y cambiarán sus actitudes y creencias si
poseen un mínimo de motivación e información relevante para su salud.
Se argumenta que
las conductas saludables están determinadas por la vulnerabilidad precedida por
el sujeto respecto de la entidad de amenaza que pesa sobre su salud. Se debe
considerar la susceptibilidad del sujeto a la enfermedad, la percepción de la
severidad de las consecuencias de ésta y los beneficios potenciales de la
adopción de medidas preventivas, es decir, que la persona esté convencida de la
eficacia de las intervenciones (costos y beneficios) y perciba pocas
dificultades para llevar a cabo la conducta saludable. En este sentido cumplen
una función las campañas informativas, las prescripciones, la exposición a
modelos, etcétera.
Por ejemplo, para
que una persona adopte conductas saludables relacionadas con el sexo, a fin de
prevenir el sida, en primer lugar debe tener conocimiento de la gravedad de la
enfermedad y verse a sí mismo como vulnerable si no adopta ciertas conductas de
índole preventivas (uso de condones, evitación de la promiscuidad sexual,
etc.). También existen “factores de modificación”, que incluyen variables
demográficas (edad, sexo, raza, etc.) y psicosociales (personalidad, clase
social, presión del grupo, etc.) que afectan indirectamente a las conductas
saludables a través de su influencia en las creencias de salud. En general, los
adolescentes adoptan medidas precautorias cuando han recibido una adecuada información
acerca del sida; de lo contrario, se creen invulnerables a la enfermedad,
desconocen su gravedad y guían sus conductas por las creencias de su grupo de
iguales.
Esta teoría se
basa, fundamentalmente en el supuesto de que el cambio de actitudes y creencias
constituye un prerrequisito indispensable para modificar algún tipo de
conducta. (Oblitas, 2010).
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