martes, 5 de mayo de 2015

Estrategias para la modificación de hábitos de salud: Cambio de actitud y conducta (2)

            El modelo de aprendizaje social (Bandura, 1980), considera que las variables cognitivas son fundamentales para explicar la adquisición de los aprendizajes y la modificación de los comportamientos. Desde esta perspectiva, basada en el paradigma del procesamiento de la información, las personas son consideradas como agentes que activamente procesan información (atención, decodificación, codificación, retención y recuperación) y toman decisiones. En esta teoría son relevantes los conceptos de autocontrol (autorregulación) y de autoeficacia.

            El concepto de autocontrol se refiere a la capacidad de las personas para regular su conducta. Se argumenta que en gran parte de los comportamientos del hombre está motivada y regulada por criterios internos y reacciones autoevaluadoras ante sus propias acciones y que todo acto incluye entre sus determinantes las influencias autoproducidas. Las personas se proponen normas, objetivos, niveles de ejecución, que funcionan como motivadores de la conducta actual. A su vez, permanentemente, los individuos evalúan en qué medida han alcanzado lo que se han propuesto y lo hacen mediante criterios de comparación (sociales, personales, modelados). Si los procesos autoevaluatorios señalan que se ha conseguido lo propuesto, emerge un sentimiento de orgullo y autoconfianza (autorrefuerzo); por el contrario, si se estima que las metas se encuentran aún tan alejadas como al principio, aparece la autocrítica, la autodevaluación y sentimientos negativos que conducen al autocastigo.

            De acuerdo con Bandura (1990) la autoeficacia “se relaciona con las creencias de las personas acerca de sus capacidades para movilizar su motivación, sus recursos cognitivos y los cursos de acción necesarios para ejercer el control sobre las exigencias de una tarea”.

            Por otra parte, el mismo Bandura (1987) relaciona explícitamente la autoeficacia con la salud, cuando sostiene que “a no ser que el individuo crea que pueda dominar y cumplir hábitos que favorezcan su salud es poco probable que dispense el esfuerzo suficiente para conseguirlo”. Luego, agrega que “lo que necesita el individuo es la forma de regular su conducta y disponer asimismo de una creencia firme en su eficacia de convertir la preocupación por posibles enfermedades futuras en una conducta preventiva eficaz”. (Oblitas, 2010).


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