El modelo de aprendizaje social (Bandura,
1980), considera que las variables cognitivas son fundamentales para explicar
la adquisición de los aprendizajes y la modificación de los comportamientos.
Desde esta perspectiva, basada en el paradigma del procesamiento de la
información, las personas son consideradas como agentes que activamente procesan
información (atención, decodificación, codificación, retención y recuperación)
y toman decisiones. En esta teoría son relevantes los conceptos de autocontrol
(autorregulación) y de autoeficacia.
El concepto de
autocontrol se refiere a la capacidad de las personas para regular su conducta.
Se argumenta que en gran parte de los comportamientos del hombre está motivada
y regulada por criterios internos y reacciones autoevaluadoras ante sus propias
acciones y que todo acto incluye entre sus determinantes las influencias
autoproducidas. Las personas se proponen normas, objetivos, niveles de
ejecución, que funcionan como motivadores de la conducta actual. A su vez,
permanentemente, los individuos evalúan en qué medida han alcanzado lo que se
han propuesto y lo hacen mediante criterios de comparación (sociales,
personales, modelados). Si los procesos autoevaluatorios señalan que se ha
conseguido lo propuesto, emerge un sentimiento de orgullo y autoconfianza
(autorrefuerzo); por el contrario, si se estima que las metas se encuentran aún
tan alejadas como al principio, aparece la autocrítica, la autodevaluación y
sentimientos negativos que conducen al autocastigo.
De acuerdo con
Bandura (1990) la autoeficacia “se relaciona con las creencias de las personas
acerca de sus capacidades para movilizar su motivación, sus recursos cognitivos
y los cursos de acción necesarios para ejercer el control sobre las exigencias
de una tarea”.
Por otra parte,
el mismo Bandura (1987) relaciona explícitamente la autoeficacia con la salud,
cuando sostiene que “a no ser que el individuo crea que pueda dominar y cumplir
hábitos que favorezcan su salud es poco probable que dispense el esfuerzo
suficiente para conseguirlo”. Luego, agrega que “lo que necesita el individuo
es la forma de regular su conducta y disponer asimismo de una creencia firme en
su eficacia de convertir la preocupación por posibles enfermedades futuras en
una conducta preventiva eficaz”. (Oblitas, 2010).
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