viernes, 29 de mayo de 2015

Conductas de promoción de salud: control de peso

            Schwarzer y Fuchs (1999) han comprobado que hacer dieta y controlar el peso son conductas relacionadas con la salud, las cuales, también están reguladas por las creencias de autoeficacia. Chambliss y Murray (1979) descubrieron que los sujetos con sobrepeso respondían al tratamiento conductual cuando tenían un alto sentido de eficacia y una localización interna de control. Además, que la autoeficacia opera mejor en conjunto, con los cambios generales del estilo de vida, lo cual incluye el ejercicio físico y el apoyo social.

            Ponerse a dieta constituye la estrategia más frecuente para lograr el control de peso, y aunque los resultados son dispares, en general se ha observado que pueden ser positivos, y que las mayores dificultades se presentan en el periodo de mantenimiento. De acuerdo con Saldaña y Rosell (1988); y Fernández y Vera (1996), la probabilidad de mantener la pérdida de peso es más elevada si se aplican programas de modificación de conducta que con dietas muy restrictivas, las cuales no consideran los patrones de ingesta y el nivel de actividad de las personas. Para evitar recaídas se debe incidir sobre otras variables, por ejemplo, apoyo social, adecuado repertorio de habilidades sociales, actividad física o deportiva, toma de decisiones a nivel personal, expectativas de logro y establecimiento de una relación positiva con el terapeuta.

            En relación con el estilo de vida, se ha identificado que el hábito de permanecer mucho tiempo frente al televisor atenta contra el control de peso. Por cada hora que las personas se “estacionan” frente al televisor, el riesgo que tienen de sufrir obesidad aumenta 30%. Un trabajo realizado por Vioque, en Alicante, que involucró a 1,800 personas mayores de 14 años, descubrió que la mayor tasa de obesidad en España se registra en esta región, donde 17.1% de los mayores de 15 años tiene un índice de masa corporal igual o superior a los 30 kilos por metro cuadrado. La información sobre los hábitos y estilos de vida de los voluntarios se recopiló a través de entrevistas personales. Las conclusiones a las que se llegó se refieren, por una parte, a la relación entre el tiempo que se dedica al día a ver la televisión y el riesgo de obesidad (los voluntarios que dedicaban 4 horas o más a esta actividad tenían un riesgo 2.4 veces mayor de estar obesos que el resto); en segundo lugar, el estudio muestra también una relación inversa entre las horas de sueño y el sobrepeso (entre los participantes, las personas obesas declararon dormir menos horas al día). La relación entre ambos factores se tendría que estudiar más a fondo. Es probable que esté implicado el poco o mal dormir con el estrés, y éste con la ganancia de peso. (Oblitas, 2010).


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