1-. El volumen de la voz. La función básica del volumen
consiste en hacer que un mensaje llegue hasta un oyente potencial. Cuando es
alto, indica seguridad y dominio. Sin embargo, hablar demasiado alto (que
sugiere agresividad, ira o tosquedad) tiene también consecuencias negativas,
pues los oyentes podrían marcharse o evitar futuros encuentros. Los cambios de
volumen de voz se emplean en una conversación para enfatizar puntos. Una voz
que varía poco no resulta muy interesante.
2-. La entonación. Esta característica
sirve para comunicar sentimientos y emociones. Las palabras pueden expresar
esperanza, afecto, sarcasmo, ira, excitación o desinterés, según las distintas
entonaciones del que habla. Una escasa entonación, con un volumen bajo, indica
aburrimiento o tristeza. Un tono que no varía puede ser aburrido o monótono. Se
percibe a las personas como más dinámicas y extrovertidas cuando cambian la
entonación de sus voces a menudo durante una conversación. Las variaciones
pueden servir también para ceder la palabra. En general, una entonación que
sube es evaluada positivamente (es decir, como alegría); una que decae,
negativamente (como tristeza); una nota fija, como neutral. Muchas veces la
entonación que se da a las palabras es más importante que el mensaje verbal que
se quiere transmitir.
3-. La fluidez. Las
vacilaciones, falsos comienzos y repeticiones son bastante normales en las
conversaciones diarias. Sin embargo, las perturbaciones excesivas del habla
pueden causar una impresión de inseguridad, incompetencia, poco interés o
ansiedad. Demasiados periodos de silencio pueden ser interpretados de manera
negativa, especialmente como ansiedad, enfado o, incluso, una señal de desprecio.
Expresiones con un exceso de palabras de relleno durante las pausas (por
ejemplo, “ya sabes”, “bueno”) o sonidos como “ah” y “eh” provocan percepciones
de ansiedad o aburrimiento. Otro tipo de perturbación incluye repeticiones,
tartamudeos, pronunciaciones erróneas, omisiones y palabras sin sentido.
4-. La claridad. A la hora de
hablar, esta característica es importante. Si al hablar se arrastran las
palabras, o éstas salen a borbotones, con un acento o vocalización excesivos,
uno se puede hacer más pesado a los demás.
5-. La velocidad. Hablar
lentamente puede hacer que los demás se impacienten o se aburran. Al contrario,
si se hace con demasiada rapidez, se puede perder claridad.
6-. El tiempo de habla. Este
elemento se refiere al tiempo que el individuo mantiene el uso de la palabra.
El tiempo de conversación de una persona puede ser problemático por ambos
extremos, es decir, tanto si apenas habla como si lo hace demasiado. Lo más
adecuado es un intercambio de información. (Oblitas, L. et al., 2010).
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