Una técnica que
se utiliza con frecuencia es la de control de estímulos, que en el caso del
juego patológico es parte esencial del tratamiento (Becoña, 1996). Mediante
ella se restringe el acceso a aquellos lugares en donde la probabilidad de
jugar es mayor (calle donde hay ciertos bares con máquinas “calientes”, lugares
donde hay bingos), u horas de mayor riesgo de consumir una sustancia (por
ejemplo, en la zona donde se consigue droga). Para lograr el resultado deseado,
se debe entrenar a la persona en la búsqueda de alternativas a sus anteriores
costumbres o que la acompañe alguien en las situaciones que son de mayor riesgo
de acudir a jugar o a comprar heroína.
En este caso es
determinante el control del dinero. Dado que éste es uno de los estímulos más
importantes para que la persona juegue o compre la droga, si no lo tiene, su
probabilidad de jugar o comprar droga se reduce de manera notable. En este caso
el jugador tiene que transferir todo su dinero a un familiar o a una persona
cercana para que se lo controle y para que le dé solo el que precisa
cotidianamente. Además, debe justificar todos los días, de preferencia con
tickets o facturas, en qué lo ha gastado para que no utilice una parte de ese
dinero para jugar (Fernández-Montalvo y Echeburúa, 1997; Labrador y Fernández-Alba,
1998).
En el caso de la
dependencia a opiáceos, esta técnica es muy útil en las primeras fase del
tratamiento. Algunos de los estímulos más relevantes asociados con el consumo
son la conducta de búsqueda de drogas, amigos consumidores, lugares habituales
de consumo, indicios ambientales, material para el consumo, etc. Junto con esta
restricción es importante que la persona sea capaz de generalizar dicho control
para no recaer en el futuro. (Oblitas 2010).
Hospital Médica Sur:
Puente de Piedra No. 150. Torre I Consultorio 430 4to. Piso Col. Toriello
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