A muchas personas
con dependencia de distintas drogas y con otras adicciones conductuales se les
proporciona entrenamiento en determinadas habilidades para mejorar su
competencia social. Cuando carecen de aptitudes interpersonales e
intrapersonales adecuadas, de capacidad para controlar su estado emocional sin
acudir a jugar o consumir la sustancia y de habilidades para mejorar su
relación de pareja, con los hijos o en situaciones semejantes, este
entrenamiento es imprescindible. La capacitación en habilidades sociales se
convierte de este modo en una parte importante del tratamiento cuando ellas no
son suficientes (Monti, Rohsenow, Colby et
al., 1995). Además, con ello se conseguirá disponer de una estrategia de
prevención de la recaída para el futuro. Las situaciones de recaída se
presentan cuando existe frustración e incapacidad para expresar ira o para
resistir la presión social, estado emocional negativo intrapersonal,
incapacidad de resistir la tentación intrapersonal, entre otras.
La potencial
relación entre las pobres habilidades sociales y las actividades de juego de
consumo debe ser analizada con los pacientes. Es importante reconocer que las
personas con adicciones pueden necesitar más que las habilidades sociales
promedio para afrontar sus conflictos relacionales. Por ejemplo, algunos
jugadores necesitan entrenamiento en asertividad para mejorar sus habilidades
para rechazar las invitaciones a jugar con sus amigos. El juego de roles puede
ser utilizado para mejorar sus habilidades de comunicación. Este entrenamiento
se enfoca en las consecuencias negativas de jugar y en la forma en que la
carencia de adecuadas habilidades sociales es un factor que contribuye a ello.
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