Robles (2011) refiere que la
angustia o ansiedad puede presentarse como síntoma único, o formando parte de
síndromes neuróticos o psicóticos. Como todas las emociones, tiene un rango
amplio de manifestaciones perfectamente normales.
Bellak (1984) menciona: “En tanto el
individuo sienta que puede manejar la ansiedad a través de la destreza, la
capacidad para tolerarla es una experiencia placentera”. En efecto, la angustia
causada por la aventura y lo arriesgado constituyen un aliciente en tanto las
circunstancias no rebasen las posibilidades del muchacho. Pero si las
circunstancias vividas son tenazmente contrarias y sobrepasan los límites de
resistencia, entonces la angustia se hará anormal o crónica y puede manifestarse
como pánico.
Dependiendo de las situaciones que
el adolescente viva, su tensión nerviosa aumentará o disminuirá. Antes de
presentar un examen, la tensión nerviosa suele subir de manera importante;
cuando está de vacaciones, en cambio, tiene la oportunidad de distenderse.
Estos cambios constituyen una adaptación, y por lo mismo son normales y
necesarios. Pero cuando un adolescente vive condiciones difíciles económicas
y/o emocionales, de manera repetida, puede desarrollar una tensión o “estrés”
que se prolonga. Tal ocurre con los hijos de alcohólicos o neuróticos, o con
los muchachos en el abandono.
Hospital Médica Sur:
Puente de Piedra No. 150. Torre I Consultorio 430 4to. Piso
Col. Toriello Guerra,
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Tel. 55-24-30-51. www.terapiainfantilyjuvenil.mx
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