viernes, 1 de agosto de 2014

Las escuelas son responsables de la protección de sus estudiantes (Bullying)

            Los niños y las niñas no pueden aprender de manera efectiva si temen por su seguridad. Los jóvenes con problemas –tanto los agresores como sus víctimas—necesitan un entorno que les apoye para aprender y crecer.

            Cada comunidad escolar debe desarrollar un procedimiento que puedan seguir tanto el alumnado como el personal del centro a la hora de informar de su preocupación por la presencia de algún niño o niña de posibles señales de alerta temprana. Por ejemplo, en muchas escuelas el director o la directora es el primer punto de contacto. En aquellos casos que no plantean un peligro inmediato, éste o ésta se pone en contacto con un psicólogo escolar u otro profesional cualificado, que asume entonces la responsabilidad de tratar aquel problema o preocupación de inmediato. Si se decide que el problema es serio –pero no plantea un peligro inminente--, se debe contactar con la familia del niño o la niña en cuestión.

            También debe consultarse a la familia antes de aplicar cualquier tipo de intervención al pequeño o la pequeña. En aquellos caso en los que se determine que los factores que están ocasionando o empeorando el comportamiento problemático del alumno o alumna están relacionados con la propia escuela, ésta debe actuar con rapidez para modificarlos. (Beane, 2011).

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