La organización mundial de la salud (OMS) propone que los
programas de desarrollo social y preparación para la vida cotidiana dirigidos a
niños y adolescentes son importantes para reducir los comportamientos
violentos. También resulta eficaz prestar apoyo a padres y profesores para que
enseñen a los jóvenes a resolver problemas y sepan imponer la disciplina sin
recurrir a la violencia. Cuando de todos modos ésta aparece, las medidas para
lograr que los sistemas de salud estén más atentos a la cuestión y que sus
profesionales actúen con mayor empatía y competencia pueden ayudar a que los
adolescentes que son objeto de violencia (comprendida la sexual) sean atendidos
y tratados con eficacia a la par que delicadeza. Un continuo apoyo psicológico
y social puede ayudar a esos adolescentes a desactivar los efectos psicológicos
que a largo plazo engendra la violencia y reduce la probabilidad de que ellos,
a su vez, la perpetúen en el futuro.
Hospital Médica Sur:
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Col. Toriello Guerra,
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