La definición que
pueda darse de estrés varía en función del modelo teórico en que se enmarque
tal definición. Actualmente podemos diferenciar básicamente tres enfoques en el
estudio del estrés:
1)
En primer lugar puede
hablarse de estrés desde un punto ambientalista, como algo externo que
provoca una respuesta de tensión. Esto es, nos referimos al tipo de estímulos o
acontecimientos que se denominan estresores debido a que desencadenan el
estrés, que son fuente de éste. Este enfoque engloba a todas aquellas
investigaciones que otorgan especial importancia a situaciones que significan
cambio y requieren ajustes en la rutina de una persona debido a que son
considerados, generalmente, como acontecimientos indeseables (Holmes y Rahe,
1967).
2)
En segundo lugar, encontramos
una masa también considerable de investigación que ha hecho hincapié no en el
estímulo sino en la respuesta. Tal es el enfoque del que se ha considerado el
padre de las investigaciones sobre estrés. H. Selye, que consideraba al estrés
como el resultado no específico de cualquier demanda sobre el cuerpo que tiene
un resultado físico o mental. Dicha reacción la dividió en tres fases: reacción
de alarma, fase de resistencia y, finalmente, en caso de que el estrés
persista, estadio de agotamiento.Selye consideraba las situaciones de estrés
como aquellas que requieren ajuste por parte del organismo. La situación puede
ser agradable o desagradable, pero lo que es significativo en la situación es la
intensidad de exigencia de ajuste de la conducta.
3)
Finalmente, desde un enfoque
más interaccionista,
ni estresores ni respuestas estresantes, sino que ambos conforman la llamada
experiencia del estrés entendida como un proceso interactivo entre situaciones
y características del individuo. Dicho enfoque es el defendido por Lazarus y
sus colaboradores quienes han subrayado fuertemente la interacción entre los
agentes estresores y el sistema humano de valoración y evaluación.
Lazarus y Folkman
(1986) presentaron una teoría que define
el desarrollo del estrés como un proceso de interacción dinámica, en los
términos de un paradigma que se puede denominar “modelo transaccional”, porque
su punto central lo constituye la naturaleza de los intercambios, o relaciones
persona-entorno. Así pues, desde este enfoque se entiende al estrés como una
relación particular entre el individuo y su entorno, que es evaluado como
amenazante y desbordante de sus recursos y que pone en peligro su bienestar.
De acuerdo con
este modelo, el estrés psicológico es visto como un producto de la manera en
que un individuo aprecia (evalúa) y construye una relación con el entorno. En
esta relación, las demandas de éste, las apreciaciones cognitivas, los
esfuerzos de afrontamiento y las respuestas emocionales están interrelacionadas
de manera recíproca de forma que cada una afecta a las otras. El modelo
representa una separación de la perspectiva tradicional de estímulo-respuesta
que subrayaba un orden singular de los acontecimientos. La concepción de
Lazarus sugiere, pues, una visión subjetiva del estrés, esto es, nada es
estresante a menos que el individuo lo defina como tal. En este sentido, no hay
acontecimientos universalmente estresantes, sino que sólo existen cuando una
persona los define como tales. (Oblitas, L. et. al. 2010).
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