En el origen de la depresión se
encuentran estados de irritación del adolescente por causas que no puede
superar, especialmente de relación humana con los pares o con los adultos, y
carencias materiales, que lo llevan a sentirse frustrado en aspiraciones que
siente urgente necesidad de satisfacer, tales como no tener dinero para comprar
zapatos o un libro o un uniforme, o una entrada al cine; no recibir
explicaciones de padres o maestros acerca de problemas que le preocupan y no
entiende; no ser aceptado en los grupos de juegos; verse obstaculizado en las
relaciones con muchachas y muchachos de parecida edad; recibir agresiones
verbales y/o materiales procedentes del ámbito familiar o escolar; sufrir la repetición
de actos que considera injustos como la exigencia de que obtenga buenas
calificaciones cuando carece de libros, tiene malos maestros o se le obliga a
estudiar asuntos que le desagraden, y otros muchos motivos molestos que lo
lesionan.
Cuando este tipo de situaciones
irritantes se repiten y acumulan aparece fácilmente la cólera o la rebeldía;
pero si los problemas persisten o se agudizan, pueden conducir a la muchacha o
al muchacho a la depresión mayor. En ocasiones estas frustraciones pueden
combinarse con eventos traumáticos como el divorcio de los padres o la pérdida
de parientes cercanos. En la depresión mayor los síntomas de decaimiento se
profundizan y se hacen crónicos. Puede aparecer entonces el riesgo de suicidio,
especialmente entre los varones, el cual puede materializarse si el adolescente
no es atendido. Entre la población femenina, son las muchachas que se han
convertido en madres solteras las que padecen con mayor frecuencia este tipo de
depresión. (Robles, 2012).
Hospital Médica Sur:
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Col. Toriello Guerra,
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