1. AFLICCIÓN AGUDA
Se inicia en el momento del fallecimiento y tiene
prácticamente todos los elementos de un estado de shock emocional. Sin ser
rígidos en la duración de este período, pues cada persona lo hará según su
propio tiempo y estilo, su duración aproximada es de uno a tres meses (en
algunos puede tardarse más según las circunstancias y entre menos del tiempo
señalado). Sus características más sobresalientes son:
Incredulidad
Se trata de una de las
primeras respuestas a la pérdida: la persona no cree lo que le está pasando, es
una pesadilla; su familiar está trabajando, de vacaciones, en el hospital; esto
no puede pasarle a él, es un error. Debido a que no es obligado ni preciso
aceptar “de una vez” tan dolorosa realidad, la persona se moverá entre períodos
de aceptación y de negación, según ella considere oportuno o necesario para su
nivel de angustia. Por otra parte, la aceptación no es un fenómeno en singular
sino en plural, es decir, la persona puede aceptar que el cuerpo está muerto
(con lo difícil que ello sea), pero aceptar que no saldrá de la mano con él,
que no le abrazará, besará o saldrá a bailar es un proceso muy lento y complejo
que precisará de tiempo para su adaptación.
Anulación psíquica
Fenómeno temporal en donde
la capacidad de comprensión se ve alterada y la persona, para su interacción
con el medio, está sujeta a los estímulos que le aportan sus sentidos (en
términos coloquiales “se cierra el entendedero”, “no coordina”); de esta forma,
la memoria sensorial (particularmente la visual y auditiva) no sólo está bien
conservada sino muy activa, y acompañada de una hipersensibilidad a la
comunicación no verbal (la que viene de los gestos, postura, tono de la voz,
etc.).
Confusión e inquietud
El impacto de la pérdida
deja al deudo aturdido y confundido, con sensación de entumecimiento y
desorientación: con frecuencia no sabe qué hacer, dónde acudir, a quién
consultar o dónde estar. Puede moverse de un lado a otro sin sentido, mostrarse
inquieto, utilizando el movimiento como estrategia para descargar ansiedad y
angustia.
Oleadas de angustia aguda
Se trata de pequeñas
crisis de gran angustia que se presentan varias veces al día, duran unos
minutos y suelen ser disparadas por recuerdos del difunto: agitación, llanto,
actividades sin objeto, sensación de ahogo y de vacío en el abdomen, opresión
en el pecho, debilidad muscular, sofocos y preocupación con la imagen del
fallecido. Pueden llegar a ser tan dramáticas que la persona tenga sensación de
muerte y se vea en la necesidad de buscar asistencia médica. Este fenómeno
ayuda a entender el porqué una persona en duelo puede mostrarse en ocasiones
aparentemente “serena” y al momento “angustiada”, y variar así a lo largo de
los primeros días o, más adelante, que una de estas oleadas se presente
coincidiendo con una fecha significativa (p.ej., aniversario, cumpleaños, día
del padre); al tratarse de una respuesta de los primeros días, su presencia
posterior puede sorprender al deudo y a aquellos que le rodean, dándoles la
falsa sensación de que se trata de un “retroceso” en su proceso de duelo.
Pensamientos obsesivos
Repetición mental
constante (con funciones adaptativas), a modo de imagen fotográfica, de los
eventos que condujeron a la pérdida (p.ej., sus últimas palabras, la forma en
que murió, expresión de la cara, heridas sufridas). Al tratarse de un estímulo
considerado negativo (doloroso, angustiante), una estrategia que ha mostrado
ser útil a los deudos es la de oponerle a éste otro estímulo pero de tonalidad
contraria, es decir, muy positivo (una de aquellas imágenes o fotografías que
suscitan mucha ternura o una sonrisa sólo al verlas) y que la persona debe
llevar con ella para cuando se presente uno de estos pensamientos obsesivos.
Cuando el cuerpo del fallecido no es visto, estos pensamientos son sustituidos
por “fantasías obsesivas”, las cuales pueden ser aún más angustiantes que los
mismos pensamientos.
Despersonalización-des realización
Sensación que tienen las
personas de que el mundo no es real, que parece falso, brumoso, lejano, o como
si lo vieran a través de un velo; otras dicen ver el mundo como si vieran una
película; se sienten raros, como si les hubieran cambiado; no comprenden lo que
pasa, todo parece extraño, irreal; oyen lo que se les dice y no lo entienden, y
sienten todo como lejano; pueden ver las cosas incoloras, desteñidas y lejanas.
Es frecuente y suele ser transitorio.
Síntomas físicos
Aunque no son de obligada
presencia, si que pueden presentarse uno o más de ellos al mismo tiempo. Se
relacionan con la activación de los ejes neural y neuroendocrino. Entre ellos
están: sequedad de boca y mucosas, respiración suspirante, debilidad muscular,
llanto, temblor incontrolable, perplejidad, trastornos del sueño y del apetito,
manos frías y sudorosas, náuseas, aumento de la frecuencia urinaria, diarrea,
bostezos, palpitaciones y mareos.
Otras reacciones
Pensamientos negativos
sobre el futuro, desesperanza, revisión negativista o pesimista de la vida,
fantasías de suicidio, sensación subjetiva de tensión y/o de haber sido sobrepasado
por las circunstancias, respuestas explosivas como pérdida de control,
dificultades de concentración, incapacidad transitoria para el mantenimiento de
las actividades de la vida diaria, imposibilidad para descansar y disforia.
Hospital Médica Sur:
Puente de Piedra No. 150. Torre I Consultorio 430 4to. Piso
Col. Toriello Guerra,
Tlalpan. C.P. 14050. México, D.F.
Tel. 55-24-30-51. www.terapiainfantilyjuvenil.mx
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