Para que se integre un yo narcisista
Robles (2011) refiere que existen varias causas entre las cuales destacan las
siguientes:
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Sobreprotección materna o paterna, la cual es al
mismo tiempo limitante de la autonomía y proveedora excesiva de suministros
narcisistas, es decir, de alabanzas reiteradas de inteligencia, sensibilidad,
obediencia, gracia o belleza de la muchacha o el muchacho. Recibir estos
suministros obsequisos de parte de los padres habitúa al adolescente a esperar
los suministros de parte de todas las personas que lo rodean y lo lleva a
sentirse frustrado cuando no es capaz de obtenerlos. Pero en el inconsciente
narcisista subyace una sensación de incompetencia y angustia. Se produce
entonces la paradoja de ansiar las alabanzas de la gente y temer al mismo
tiempo el contacto social por temor a no ser merecedor de las mismas. Ello
constituye un grave bloqueo al desarrollo del autoconocimiento y del conocimiento
de los demás. Esta sobreprotección y sobrealabanza constituye una de las bases
de numerosas manifestaciones neuróticas de adolescentes de clase media y alta
en el medio urbano mexicano.
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Carencia de modelos de comportamiento de los
cuales aprender manifestaciones equilibradas de respuestas a las circunstancias
de vida. De aquí que la falta de integración personal de los padres trascienda
a esta configuración defectuosa de los hijos. Nuevamente nos encontramos con el
hecho de que las malformaciones emocionales parentales, integran una especie de
herencia.
Palacios
(1989) refiere: “Los trastornos narcisistas de la personalidad cuentan, además,
con la adicional desgracia de no haber encontrado un espejo adecuado para
modelar una autoimagen saludable; al no encontrar ese espejo indispensable para
el buen desarrollo se convierten en buscadores permanentes de espejos que les
permiten conocer su rostro, en el sentido azteca”. (Agustín Palacios alude aquí
a Tezcatlipoca, el espejo humeante en el cual puede verse el rostro interior de
las personas).
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