Se ha comprobado que el aislamiento
social deprime el estado de ánimo y con ello causa disminución de la actividad
y de la capacidad de aprendizaje y aumenta la probabilidad de contraer
enfermedades. Algunos recursos tecnológicos, tales como la televisión, fomentan
el aislamiento cuando se les usa solitariamente durante muchas horas, pero
otros fomentan el contacto social, por ejemplo el teléfono domiciliario y el
celular, así como algunos recursos de internet tales como las redes sociales.
En muchos casos éstas pueden ser útiles actividades profilácticas.
La génesis de las relaciones humanas
se da desde que el bebé interactúa con su madre por medio de manifestaciones
motoras y de gritos. Poco a poco el niño va desarrollando numerosos mecanismos
de interrelación. Los intentos de influir en los demás se manifiestan
claramente en el niño a partir de los dos años. En los casos de detención del
desarrollo emocional, se encuentran con frecuencia, pobreza de experiencias en
los primeros años de vida. En ellos se consiguen aprendizajes elementales, pero
indispensables para la interacción social. (Robles 2011).
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