En la comprensión de la naturaleza
de las interacciones sociales, se requiere que el adolescente se dé cuenta de
que estas interacciones se dan siempre en gradientes ubicados entre dos
correlativos o miembros de una disyunción. Así por ejemplo, aprender a dar opiniones implica aprender a
escuchar las opiniones de los otros; aprender a hacer preguntas a los demás,
implica aprender a contestarlas; aprender a ser concesivo y aceptar puntos de
vista de otros, implica también aprender a mostrarse en desacuerdo y decir no a
lo que no nos agrada, no nos convence o no nos conviene.
Mejorar la interacción social
implica llegar a reaccionar de manera diferencial a las personas y a las
circunstancias en que se interactúa, pues tanto unas como otras se presentan en
muchísimas variantes de interacción, las cuales requieren reacciones adecuadas.
Por eso el entrenamiento para responder debe hacerse en situaciones variadas,
pues esto es lo que enriquece el repertorio de respuestas y libera al
adolescente de la errónea recomendación de que aprenda respuestas fijas para
todas las situaciones parecidas; además le facilita escoger entre muchas
respuestas posibles, la que parezca más adecuada, según sea el caso.
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