Por supuesto que sí. Una madre que
da los cuidados y el cariño excesivo a un niño en sus primeros meses de vida,
dominada por su ansiedad y temor inconsciente a perder el cariño de su hijo
pequeño se disfraza con actitudes de sobreprotección. Se dedica a desalentar y
castigar las crecientes manifestaciones de autonomía del niño, especialmente a
partir del primer año de edad, cuando éstas son más ostensibles. Se obstina en
llenarlo de miedos y prohibiciones, por lo que el niño se siente hostigado y
protesta con enojo. Se le califica entonces de berrinchudo y desobediente; se
le gratifica, en cambio, cuando se muestra dependiente y sumiso. Por esta vía
se le destruye. El niño va perdiendo así posibilidades de ir integrando su yo
autónomo y permanece fragmentado e inseguro. Si la madre persiste en su
relación destructiva, años después le echará en cara al adolescente esta
inseguridad que ella misma ha fomentado.
José María Rico 121-501. 5to. Piso Col.
Del. Valle. C.P. 03100. México, D.F.
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