La adolescencia es una etapa de
lucha ardua para obtener la autonomía. En relación con esta necesidad del
desarrollo, al adolescente se le debe hacer notar que la dependencia y la
autonomía se presentan combinadas. Lo que va cambiando es la proporción de cada
una de ellas. Los casos extremos –sólo dependencia, o sólo autonomía—son completamente
excepcionales.
En las situaciones que normalmente
se dan en la sociedad humana, cada uno de sus miembros es siempre parcialmente
dependiente y parcialmente autónomo. Robles (2013) refiere que el recién
nacido, por ejemplo, es altamente dependiente, pero tiene que ir realizando
poco a poco, por sí mismo, un número cada vez mayor de actividades de
supervivencia. El hombre adulto normal ha alcanzado un alto grado de autonomía,
pero sin dejar de conservar una serie de dependencias de su familia y de su
entorno.
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