Dentro
de los trastornos de la comunicación se encuentra el trastorno del lenguaje
expresivo. De acuerdo a los criterios del “Manual diagnóstico y estadístico de
los trastornos mentales” (DSM-IV-TR) el trastorno del lenguaje expresivo tiene
como características diagnósticas el que dicho trastorno es una deficiencia del
desarrollo del lenguaje expresivo demostrada mediante puntuaciones obtenidas en
evaluaciones del desarrollo del lenguaje expresivo normalizadas y administradas
individualmente. Tales puntuaciones deben de ser sustancialmente inferiores a
las obtenidas en evaluaciones normalizadas tanto en la capacidad intelectual no
verbal como del desarrollo del lenguaje receptivo (Criterio A). Cuando se
carezca de instrumentos normalizados o los disponibles no sean apropiados, el
diagnóstico puede basarse en una evaluación funcional completa de la capacidad
verbal del individuo. Las dificultades pueden aparecer en la comunicación
implicada tanto en el lenguaje verbal como en el lenguaje gestual. Las
dificultades del lenguaje interfieren los rendimientos académicos o laborales o
bien la comunicación social. (Criterio B). Los síntomas no cumplen los
criterios de un trastorno mixto del lenguaje receptivo-expresivo, ni de
trastorno generalizado del desarrollo. (Criterio C). En caso de retraso mental,
déficit sensorial o motor del habla, o privación ambiental, las deficiencias
del lenguaje son superiores a las habitualmente asociadas a tales problemas
(Criterio D). Si se presenta un déficit sensorial o motor del habla o una
enfermedad neurológica, deben codificarse en el Eje III.
Las características lingüísticas varían en
función de su gravedad y edad del niño. Estas características incluyen un habla
limitada cuantitativamente, una gama reducida de vocabulario, dificultad para
la adquisición de palabras nuevas, errores de vocabulario o de evocación de
palabras, frases excesivamente cortas, estructuras gramaticales simplificadas,
limitación de las variedades de las estructuras gramaticales (p. ej., formas
del verbo), limitación de las variedades de tipos de frases (p. ej.,
imperativos, interrogantes), omisiones de partes críticas de las oraciones,
utilización de un orden inusual de palabras y enlentecimiento en el desarrollo
del lenguaje. El funcionamiento no lingüístico (medido mediante tests de
inteligencia visuo-manual) y las habilidades de comprensión del lenguaje están
situados habitualmente dentro de los límites normales.
El trastorno de lenguaje expresivo puede ser
adquirido o evolutivo. En el tipo adquirido se produce una insuficiencia del
lenguaje expresivo tras un período de desarrollo normal a consecuencia de una
enfermedad neurológica o médica (p. ej., encefalitis, traumatismo craneal,
irradiación). En el tipo evolutivo existe una alteración de lenguaje expresivo
que no está asociada a lesión neurológica posnatal alguna de origen desconocido.
Los niños con este tipo de trastorno suelen iniciar su habla tardíamente y
progresan con más lentitud de lo normal a través de los distintos estadios del
desarrollo del lenguaje expresivo.
La característica más frecuentemente asociada al
trastorno del lenguaje expresivo en los niños pequeños es un trastorno
fonológico. También puede observarse un trastorno en la fluencia y formulación
del lenguaje, que implica una velocidad anormalmente acelerada y un ritmo
errático del habla, así como alteraciones de la estructura del lenguaje. Cuando
el trastorno del lenguaje es adquirido, también se incluyen anomalías en la
articulación motora, errores fonológicos, habla lenta, repeticiones silábicas y
pautas de entonación y acentuación monótonas. En los niños en edad escolar
suele asociarse el trastorno del lenguaje expresivo a ciertos problemas
escolares y de aprendizaje (p. ej., escribir al dictado, copiar frases y
ortografía), que a veces cumplen criterios de trastornos del aprendizaje.
También puede darse una alteración leve de las habilidades verbales receptivas,
pero cuando esta alteración es significativa debe de establecerse un
diagnóstico de trastorno mixto del lenguaje receptivo-expresivo. No son raros
una historia de retraso en alcanzar algunos hitos motores del desarrollo, un
retraimiento social y algunos trastornos mentales como el trastorno por déficit
de atención con hiperactividad. El trastorno de lenguaje expresivo puede ir
acompañado de alteraciones del EEG, hallazgos anormales en técnicas por
neuroimagen, comportamientos disártricos o paráxicos y otros signos
neurológicos.
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