Cuando las
señales de advertencia nos indican la inminencia del peligro, la seguridad debe
ser siempre la primera y principal consideración. Emprenda acciones inmediatas.
La intervención de emergencia de las autoridades escolares e, incluso, de los
agentes del orden es especialmente preceptiva cuando un niño o una niña:
ü Ha hecho público un plan detallado (con una fecha, un lugar y un
método) para hacer daño o matar a otros (sobre todo, si el pequeño o la pequeña
en cuestión tiene ya antecedentes de agresión o de intentos de materialización
de amenazas).
ü Lleva un arma (sobre todo, si es de fuego) y ha amenazado con
utilizarla.
(Dwyer, Osher y
Wagrger, 1988).
En caso de que
algún alumno o alumna evidenciara otros comportamientos amenazadores, sus
padres deberían ser puestos al corriente de inmediato. Las comunidades
escolares también tienen la responsabilidad de buscar la asistencia de
organismos apropiados, como pueden ser los encargados de la provisión de
servicios para la infancia y la familia, o los de salud mental. Todas estas
respuestas deberían estar ya previstas en las políticas del consejo escolar y
deberían concordar con el plan establecido de prevención y reacción ante la
violencia. (Beane, 2011).
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