Entre estas primeras señales encontramos las siguientes (Dwywe,
Osher y Warger, 1998):
ü Cuando alguien expresa
violencia en lo que escribe y dibuja. Los niños y
los jóvenes suelen expresarse a través de sus dibujos y relatos, poemas y otros
formatos escritos. Muchos niños y niñas producen obras que tratan temas
violentos y que, en su mayor parte, resultan inofensivas cuando se toman en su
justo contexto. No obstante, cuando se produce una excesiva representación de
violencia en lo que se escribe y en lo que se dibuja dirigida (además) y de
manera sistemática a lo largo del tiempo, podemos estar ante un síntoma de
problemas emocionales y de una potencial violencia en la práctica. Dado el indudable
peligro de diagnosticar erróneamente una señal de ese tipo, es importante pedir
orientación a un profesional cualificado --como puede ser un terapeuta
emocional, psicólogo infantil, etc.—a la hora determinar su significado.
ü Cuando alguien da
muestras de ira incontrolada. Todos y todas nos
enfadamos; la ira es una emoción natural. Sin embargo, la que se expresa de
manera frecuente e intensa en respuesta a factores irritantes menores puede ser
un indicio de una conducta violenta potencial.
ü Cuando alguien presenta
una pauta de conducta caracterizada por el hecho de pegar, intimidar y acosar
impulsiva y crónicamente a otras personas. Es
fácil que los niños y las niñas en general se den empujones o cometan actos de
agresión leves de vez en cuando. De todos modos, algunos de esos
comportamientos agresivos leves –como el hecho de que peguen o acosen
constantemente a otros compañeros o compañeras--, producidos cuando todavía son
pequeños, pueden degenerar en conductas mucho más graves más adelante si no se
les presta la atención debida.
Hospital Médica Sur:
Puente de Piedra No. 150. Torre I Consultorio 430 4to. Piso
Col. Toriello Guerra,
Tlalpan. C.P. 14050. México, D.F.
Tel. 5524-3051. www.terapiainfantilyjuvenil.mx
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