Las escuelas
eficaces reconocen el potencial de todo alumno y alumna para superar las
experiencias difíciles y para controlar las emociones negativas. Las personas
adultas de esas comunidades escolares emplean su conocimiento de las posibles
señales de alerta temprana para abordar los problemas antes de que se degeneren
en violencia física o emocional. Entre estas primeras señales encontramos las
siguientes (Dwywe, Osher y Warger, 1998):
ü Cuando alguien muestra un
retraimiento social. En algunas situaciones, la
inhibición gradual y, en última instancia, absoluta frente a los contactos
sociales puede ser un indicio importante de un niño o una niña con problemas.
Ese retraimiento suele ser producto de sentimientos de depresión, rechazo,
persecución, falta de autoestima o ausencia de confianza.
ü Cuando alguien muestra
una sensación excesiva de aislamiento y de soledad. Las investigaciones han mostrado que la mayoría de niños y niñas que
se aíslan y parecen no tener amigos no son violentos. En realidad, esos
sentimientos son, a veces característicos de niños y jóvenes que, simplemente,
están preocupados, son retraídos o tienen problemas internos que dificultan el
desarrollo de afiliaciones sociales. No obstante, las investigaciones también
han demostrado que, en algunos casos, la sensación de asilamiento y de carecer
de amigos se asocia a niños que se comportan agresiva y violentamente.
ü Cuando alguien es o ha
sido víctima de la violencia. Los niños y las
niñas que son víctimas de actos violentos –incluidos los abusos físicos o
sexuales--, ya sea en la comunidad, en la escuela o en su propio hogar, corren
a veces el riesgo de volverse también violentos consigo mismos o con otras
personas.
Hospital Médica Sur:
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Col. Toriello Guerra,
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