Es una fase de
transición entre la adolescencia y la adultez (“El Superyó es el heredero del
complejo de Edipo; el heredero de la adolescencia es el Ser”). Se da el logro
de integración de las actitudes parentales hacia la persona (por ejemplo: “…soy
bastante buen conciliador con las personas, lo aprendí de mi padre y estoy orgulloso
de él”).
En esta fase el yo, por así decirlo,
elabora en su estructura una organización jerárquica en sus funciones y en sus
pautas defensivas. Se logra la anticipación del placer; es decir, se aprende a
tolerar los impulsos, aplazarlos, buscar canalizarlos asertivamente. Se
adquiere hacia el final de esta etapa una fijación irreversible llamada carácter; esta estructura firme, que
emerge de estas fases adolescentes que
en verdad está construida sobre los logros del periodo de latencia pero que en
la postadolescencia se define, soluciona e integra a la personalidad.
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