En sus comportamientos normales el
adolescente usa el histrionismo para comunicarse, para llamar la atención y
para resolver problemas emocionales. En esta dimensión las manifestaciones histriónicas
son comunes y deseables. Como en casi todos los comportamientos, no debe ser
considerado trastorno más que cuando se le practica en exceso.
Cuando el adolescente lo usa para
mezclarlo con sus fantasías y convertirlo en autoengaño, o para el entretejido
de mentiras recurrentes, entonces sí funciona como un obstáculo para el
comportamiento inteligente y se está incursionando en el terreno de lo
patológico, por lo que es oportuno estudiarlo en sus orígenes y en sus
manifestaciones para trabajar por superarlo.
En general puede afirmarse que la
conducta histriónica está operando a favor de la maduración, si sirve como
juego preparatorio que poco a poco se va aproximando a la resolución real de
problemas, y que está operando en contra de la maduración cuando se estanca y
opera como sustituto de la solución de problemas.
Si el histrionismo se desarrolla por
esta última vía y no se hace nada al respecto, puede provocar manifestaciones
delincuenciales, en las cuales se urden engaños para defraudar, mentir o
extorsionar a los propios padres o a compañeros y vecinos.
El peor plano del histrionismo se da
en la colusión de varios defraudadores que crean escenarios premeditados para
abusar de los demás. Es el comienzo de mafias o grupos organizados que simulan
honestidad, y que constituyen un grave problema para la sociedad, y que rebasan
el ámbito de la psicoterapia para ubicarse dentro del plano de lo jurídico.
(Robles 2011).
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