La persistencia
de los agentes estresantes durante meses o años produce enfermedades de carácter
más permanente, con mayor importancia y gravedad. Inicialmente, el estrés
genera alteraciones fisiológicas, pero su persistencia crónica produce serias
alteraciones de carácter psicológico y en ocasiones falla de órganos o
funciones vitales. A continuación mencionaremos algunas de las alteraciones más
frecuentes, que suelen ser: dispepsia, gastritis, insomnio, colitis nerviosa,
migraña, depresión, agresividad, disfunción familiar, neurosis de angustia,
trastornos sexuales, disfunción laboral, hipertensión arterial, infarto al
miocardio, adicciones, trombosis cerebral, conductas antisociales y psicosis
severas.
Una abundante
bibliografía científica demuestra la estrecha relación entre el estrés y los
trastornos cardiovasculares como la hipertensión arterial, la patología
coronaria, las arritmias y la muerte súbita (Álvarez Rayón et al., 1998; Fichera y Andreassi, 1998; Siegman et al., 2000; Welin et al., 2000). La sexualidad y la función reproductora también
resulta afectada por este padecimiento, dada la estrecha vinculación entre el
cerebro y el sistema hormonal. El estrés prolongado disminuye los niveles de
sangre en la hormona sexual de la testosterona. Según un informe de la
Organización Internacional del Trabajo (OIT) (Europa Press, 2001), el estrés en
el embarazo tiene efectos negativos sobre el feto y la salud de la madre. Uno
de cada cuatro niños nacidos han estado en el seno materno en lugares de
trabajo sometidos a múltiples riesgos. Es conocido que el incremento del
consumo de tabaco, alcohol y otras drogas legales como ilegales suelen ser
síntomas de estados de estrés. (Oblitas, L. et
al., 2010).
Hospital Médica Sur:
Puente de Piedra No. 150. Torre I Consultorio 430 4to. Piso Col. Toriello
Guerra, Tlalpan. C.P. 14050. México, D.F. Tel. 5524-3051.
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