martes, 18 de noviembre de 2014

¿Cuáles son los resultados del ajuste al estrés?

            Al estudiar los resultados del ajuste es necesario discriminar entre “eustrés” o estrés positivo y “distrés” o estrés negativo. Es obvio que en ambos casos los resultados serán muy diferentes. Selye (1975) también declaró: Stress is the spice of life, es decir, que el estrés es la sal de la vida o lo que le da sabor. En este sentido, el estrés trae consecuencias de bienestar físico y psicológico, como ocurre con las personas resilientes o hardiness. Sin embargo, la literatura científica se ha centrado en los resultados nocivos o perjudiciales, tanto para los individuos como para las organizaciones.

            Diversos modelos teóricos sobre el estrés laboral, por ejemplo, consideran los resultados organizacionales del mismo. Entre ellos, Marshall y Cooper (1979), han descrito los llamados “síntomas organizacionales” del estrés, distinguiendo la baja productividad, el absentismo (Woo et. al., 1999), la tasa de rotación, la accidentabilidad, entre otros, que se asocian con malas condiciones del medio laboral (por ejemplo, luz pobre, temperaturas no confortables) o del contexto social (por ejemplo, el alto nivel de conflicto interpersonal) u organizacional (por ejemplo, trabajos pesados, poco descanso). También se ha prestado mucha atención al estudio de la satisfacción laboral, los resultados de desempeño y el burnout o el “síndrome de estar quemado”.

            En un reciente informe de la (OIT) denominado Mental Health in the Workplace, se analiza la situación de los trabajadores, las políticas y los programas de salud mental en el ámbito laboral de cinco países: Estados Unidos, Alemania, Reino Unido, Finlandia y Polonia. Según el documento, uno de cada diez trabajadores sufre depresión, ansiedad y estrés, que en algunos casos llevan al desempleo y la hospitalización. Expertos de ese organismo indican que los costos del estrés laboral están aumentando, y que la incidencia de la depresión entre los trabajadores es cada vez mayor. Precisamente, entre las razones del aumento de las enfermedades mentales, la OIT cita “el impacto de la revolución tecnológica” y la competencia, por lo que “no debe sorprender que cada vez sean más los casos de discapacidad relacionados con la presencia de dolencias crónicas tales como el estrés inducido por trabajo” (Shapira, 2001).

            A nivel individual se han investigado las respuestas fisiológicas (presión sanguínea, ritmo cardiaco, niveles hormonales, problemas digestivos, úlceras, etc.), las respuestas emocionales (ansiedad, fobias, hostilidad, depresión, etc.) y las respuestas conductuales (adicciones como el alcoholismo, tabaquismo u otras sustancias psicoactivas, abuso o violencia familiar, accidentes, etcétera).

            Como se ha visto, Selye estudió las respuestas del organismo y definió el estrés como la respuesta inespecífica de éste ante cualquier demanda que se le haga y describió el conocido Síndrome de Adaptación General.

            Con respecto a las respuestas emocionales y conductuales, un estudio realizado por O´Dougherty y Brown (1990), centrado en el estrés generado por la enfermedad en la infancia, realiza una síntesis muy adecuada e ilustrativa, que completa otras informaciones ya adelantadas, sobre las posibles reacciones o impacto psicológico que pueden producirse en el sujeto y su familia, considerando la edad específica o el grupo de riesgo ante cada estresor específico. (Oblitas, L. et al., 2010).


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