Además de las estrategias citadas en el
blog anterior, también se encuentran:
a)
Intervención en crisis. Los tres
objetivos principales al intervenir en una crisis son:
i.
La liberación del estrés del
sujeto (ansiedad, desesperanza, confusión).
ii.
El restablecimiento del
paciente a su anterior nivel de funcionamiento.
iii.
Ayudar a la comprensión del
sujeto a todas las acciones que están involucradas en su caso, haciéndolo de
una manera clara y detallada. Este procedimiento debe involucrar a la familia y
a los profesionales que trabajan con el paciente (Slaikeu, 1988).
b) Procedimientos de
entrenamiento en relajación. Es la estrategia de
intervención que más se emplea, se ha considerado como la “aspirina de la
medicina conductual” y, casi siempre, se combina con las otras técnicas, Pese a
que las estrategias de relajación fueron propuestas originalmente como
intervenciones en el estado fisiológico del paciente, se ha encontrado que
intervienen en los aspectos afectivo y cognitivo ya que facilitan un sentido de
control y competencia. Además, son fácilmente aprendidas y administradas en
todo tipo de pacientes, Este procedimiento de entrenamiento puede ser de tres
tipos:
i.
Relajación diafragmática.
Es una forma simple de ejercicio de relajación, donde se enseña a respirar a
través del diafragma; por lo general, aunque por sí misma pueda alterar la
respuesta condicionada al estresor.
ii.
Relajación muscular
progresiva. Se basa en el principio de que la relajación tiene acompañantes
fisiológicos que son opuestos a la ansiedad, se entrena a los sujetos a tensar
los músculos intencionalmente y, luego, a relajarlos; se indica al sujeto que
enfoque su atención en los distintos músculos –desde la cabeza hasta los pies—y
así aprende a discriminar entre los músculos relajados y los que están en
tensión. Esta estrategia se adapta fácilmente a las características del
paciente y a su enfermedad.
iii.
Entrenamiento de
relajación autógena. El entrenamiento autógeno puede producir un estado de
relajación profundo con el uso de autoafirmaciones positivas dirigidas a varias
partes del cuerpo y sugiriendo sensaciones de calidez, calma, etcétera.
c) Imaginación. Esta estrategia hace uso
del mundo interno, privado del sujeto, a través de la creación de imágenes.
Esta técnica puede dirigir una relajación general, a una reducción de la
ansiedad, del síntoma y al cambio conductual y puede ser de dos tipos:
i.
Imaginación guiada
(Davis, McKay y Esheiman, 1985). Se pide a los pacientes que visualicen con
detalle una escena que consideren que los puede relajar. Otras formas de
imaginación utilizan todas las sensaciones corporales y se les proyecta dentro
de una imagen que ellos han visualizado antes. Esta técnica se usa a menudo en
el manejo del dolor o para controlar el estrés que produce la enfermedad y el
tratamiento médico.
ii.
Desensibilización
encubierta (Cautela, 1973, citado en Kazdin, 1983). En esta técnica se aplican
las leyes del condicionamiento clásico a la imaginación. Su empleo se dirige
sobre todo hacia la extinción de conductas aprendidas mal adaptadas. La imaginación
es ideal para el tratamiento en relajación y la reducción de síntomas, ya que
no requiere de movimientos de equipo especial, sólo necesita de la habilidad
para concentrarse durante un periodo y cierto grado de fantasía.
d) Hipnosis. Su propósito es producir cambios fisiológicos directos, cambios de
percepción de un síntoma, facilitar la relajación, etcétera. Se ha considerado
una técnica útil en el tratamiento del dolor y en el afrontamiento de la
enfermedad crónica. (Oblitas, L. et al., 2010).
Hospital Médica Sur:
Puente de Piedra No. 150. Torre I Consultorio 430 4to. Piso Col. Toriello
Guerra, Tlalpan. C.P. 14050. México, D.F. Tel. 5524-3051.
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