Pereyra (1997)
considerando la importancia de la variable esperanza en el proceso de
salud-enfermedad, elaboró un modelo operativo el cual en síntesis se puede
decir que la esperanza-desesperanza (E-D), se concibe como un proceso
dialéctico, de carácter multidimensional y polifacético. Se trata de un proceso
dinámico, en constante tensión dialéctica, con dos alternativas polarizadas que
configuran, entre ambas, un espectro gradual continuo con múltiples formas
intermedias. Los contenidos de la E-D pueden precisarse en siete dimensiones
fundamentales, a saber.
Esperanza
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Desesperanza
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1-. Sentido prospectivo
· “mirar hacia delante”
· con metas y objetivos de vida
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1. Sentido retrospectivo
· “mirar hacia atrás”
· sin objetivos de vida
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2-. Esperar lo mejor
· expectativas generales positivas
· optimismo
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2-. Esperar lo peor
· expectativas generales negativas
· pesimismo
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3-. Novedad
· posibilidad, apertura, creación
· idea de tiempo lineal
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3-. Repetición
· rutina, compulsión, “juego sin fin”
· idea de tiempo circular
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4-. Libertad
· “libertad para”, autoconstrucción
· control interno
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4-. Fatalismo
· predestinación, ideas de fracaso
· control externo
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5-. Fortaleza
· desafío, coraje, resistencia
· mayor capacidad de afrontamiento
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5-. Derrotismo
· “síndrome de renuncia”
· desamparo o indefensión
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6-. Confianza
· aguardar perseverante, fe en Dios
· solidaridad y cooperación
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6-. Desconfianza
· inseguridad, temor, escepticismo
· menor apoyo social y moral
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7-. Orientación productiva
· amor, maduración, biofilia
· “síndrome de crecimiento”
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7-. Orientación destructiva
· simbiosis, narcisismo, necrofilia
· “síndrome de decadencia”
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Además, el
constructo es polifacético porque abarca seis áreas psicológicas, a saber:
cognitiva, emocional, conductual, interrelacional, axiológica y trascendente.
Es un sistema de cogniciones que tiene como común denominador expectativas
positivas acerca de sí mismo y del propio futuro (dimensiones 1, 2, 3, 4).
Emocionalmente, la esperanza produce un sentimiento de fortaleza interior,
consuelo, tranquilidad, seguridad y confianza (dimensiones 5 y 6). El aspecto
conductual se asiente en la disposición a la acción de la esperanza
(dimensiones 3, 4, 5, 6 y 7), que está orientada hacia un resultado en una o
más de las cuatro áreas posibles: psicológica, física, social y religiosa. Es
interrelacional porque influye en las relaciones humanas y crea una comunicación
más solidaria y redes sociales cuantitativa y cualitativamente superiores (dimensión
6). Axiológicamente, la esperanza sostiene los valores de la vida; es expresión
de la fe y la confianza, tanto a nivel trascendente como humano. Manifiesta una
actitud de solvencia o crédito en el porvenir (dimensiones 1,2 y 7). Mira
confiadamente hacia delante, para el religioso, sobre la base de un contenido
de promesas adjudicadas a Dios. Se asienta en la creencia de que Dios o la vida
hará lo mejor para beneficio propio, aunque las realidades presentes “todavía no”
lo demuestren (dimensiones 6 y 7). (Oblitas, L. et al., 2010).
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