En líneas
generales, el estrés puede ser controlado mediante el manejo de técnicas
específicas o a través de programas particulares diseñados según el tipo de
demanda, los objetivos que persiguen (por ejemplo, de tipo preventivo o
asistencial), las estrategias de intervención (por ejemplo, cognitivas,
conductuales, emocionales, mixtas), las técnicas privilegiadas (por ejemplo,
inoculación del estrés, desarrollo de habilidades sociales, corrección de hábitos
perniciosos para la salud, como eliminar el consumo de tabaco, control de la
hipertensión, etc.) u otras categorías determinadas (por ejemplo,
disponibilidad, participantes, grado de estrés, etc.). Los seguimientos de
programas para reducir el estrés han encontrado que, en la mayor parte de los
casos, arrojan resultados positivos.
Un programa
integral debe incluir, por lo menos, el desarrollo de recursos cognitivos y
conductuales de afrontamiento eficaz, un programa adecuado de actividades
físicas, gimnásticas y/o deportivas, la aplicación de técnicas de relajación
muscular, un plan equilibrado de actividades laborales, espacios de
esparcimiento o descanso así como la aplicación de un régimen alimenticio
apropiado. Existen casos en que, por un tiempo determinado, se impone la
necesidad de administrar un tratamiento farmacológico ajustado al problema.
El entrenamiento
en estrés (stress management) ha sido
definido como un programa breve, que normalmente no contiene seguimiento,
orientado predominantemente hacia estilos de vida, estrategias de afrontamiento
y búsqueda del cambio individual o interpersonal (Martin, 1992).
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