Tal como expone
Gil Roales (1998) se pueden detectar tres aproximaciones al concepto de estilos de vida. Se le considera en
primer lugar, de una forma genérica en la que se le conceptualiza como
una moral saludable que cae bajo la responsabilidad del individuo o bajo una
mezcla de responsabilidad del individuo y la administración pública, según el
ámbito cultural. En esta conceptualización podrían incluirse las definiciones
de Singer (1982) y Ardell (1979). Singer dice que es “una forma de vivir o la
manera de vivir en la que la gente se conduce con sus actividades día a día”,
mientras que Ardell, al aplicarlo a la salud, lo delimita como “aquellas
conductas sobre las que un individuo tiene control y que incluyen todas las
acciones que afectan a los riesgos para la salud”.
Desde esta misma
perspectiva, algunos autores han propuesto dos estilos de vida:
1-. Estilo de vida saludable
con dos dimensiones que califican como: a) sobriedad, definida por
comportamientos que implican no fumar, tomar alimentos saludables, abstinencia
del alcohol, etc. y b) actividad o dimensión definida por la participación en
deportes y ejercicio regular, mantenimiento de un índice bajo de masa corporal,
etc., y
2-. Estilo de vida libre
caracterizado por comportamientos totalmente contrarios al anterior: consumo de
alcohol, toma de alimentos no saludables y despreocupación por la apariencia
física.
En este punto de
vista genérico se engloba el trabajo de la OMS cuyo objetivo principal es la
promoción de estilos de vida saludables, esto es, una forma de vivir que tanto
individual como colectivamente y de forma cotidiana, permitan una mejora de
calidad de vida.
Desde este punto
de vista se propone un nuevo paradigma de salud pública dominante en el mundo
industrializado que proclama la prevención de enfermedades a través de los
cambios de estilos de vida. Sin embargo, el peligro inherente a esta
perspectiva es su excesiva concentración sobre la responsabilidad individual y
su falta de sensibilidad sobre circunstancias supraindividuales que pueden
estar manteniendo estilo de vida insalubres. (Oblitas, L. et. al. 2010).
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