Robles (2007) refiere que entre
neurona y neurona queda un pequeñísimo espacio –la sinapsis—el cual es
recorrido por mensajeros químicos que son capaces de activar o bloquear el paso
de los mensajes a neuronas contiguas. Los tipos de moléculas que integran estos
mensajeros se supone que son más de cien, pero a la fecha han sido localizadas
alrededor de cincuenta; entre las que se encuentran la adrenalina, la
noradrenalina, las dopaminas, las endorfinas, la serotonina y la acetilcolina;
cada una de ellas cumple misiones diferenciales y entre todas producen esa
maravilla de coordinaciones que es el sistema nervioso.
Podría dar la impresión de que el
comportamiento es mecánico, puesto que es bioquímico. En realidad son
fundamentales los aprendizajes logrados a lo largo de la historia personal,
pues ellos modifican de manera consistente el comportamiento bioquímico, o sea
que el tipo de bioquímica cerebral de cada persona depende mucho de las
experiencias habidas. De aquí que no pueda confiarse en que la modificación de
los comportamientos destructivos de la humanidad se logre por medio de
medicamentos, sino a través de aprendizajes positivos.
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