Ramírez (1987)
menciona que en función del desarrollo emocional, el ser humano necesita
desarrollar una diferenciación completa de 3 grandes áreas llamadas I. Placer-Displacer, II. Interno-Externo y III. Representación del Self-representación
de Objeto (es decir, representación de sí mismo y representación de los
demás). Para lograr estas diferenciaciones el sujeto debe pasar por una serie
de periodos llamados 1-. Autoerotismo,
2-. Narcisismo Primario, 3-. Anaclisis, 4-.
Narcisismo Secundario y 5-. Complejo de Edipo. (Freud).
5-.
CONSTANCIA OBJETAL:
El período
quinto, en el que todos están de acuerdo, implica:
a)
La consolidación de las
estructuras intrapsíquicas, yo y superyó a través de identificaciones masivas
con los objetos como una forma de solución de los conflictos edípicos.
b)
La formación de un mundo
representacional, claramente delimitado donde las identificaciones, que en el
concepto de Sandler (1962) son duplicaciones en la representación del self de
una representación de objeto, no implican confusión de ningún tipo, pues la
barrera entre ambas representaciones ha quedado consolidada.
c)
La formación de un amplio
reservorio de energía neutralizada al servicio del yo, que garantiza el
servicio eficiente de la represión y mecanismos aliados, así como la
posibilidad de ampliación de los intereses del yo.
d)
La formación de ideales del self,
ideales superyoicos y mantenimiento de la autoestima, a partir de la
internalización trasmutadora de la energía libidinal narcisista que cargaba a
los self objects y que ahora cumple su función desde dentro de la estructura.
Es pues este estadio el final de las
interacciones primarias entre las relaciones de objeto y la formación de la
estructura. Aquellos objetos que primero ignoramos, que luego confundimos, que
después anhelamos y temimos y que al final internalizamos ya forman parte de
nosotros, determinando parcialmente nuestra identidad; dotándonos de energía
para la autonomía secundaria; y, constituyendo en alguna medida nuestros
objetos de amor, que moldearán nuestra conducta de elección, y que también
conservan, en alguna medida, su capacidad para tranquilizarnos y protegernos
cuando nos sentimos solos, inseguros o poco amados. Y lo más importante es que
al adquirir la individualidad, podemos tolerar mejor la tensión y la
frustración, pues sabemos y sentimos que dentro de nosotros ya no estamos
solos, nunca más.
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