Se ha comprobado que los ataques de
furia, el comportamiento destructivo, el estrés y la depresión, facilitan la
aparición o dificultan la cura de enfermedades cardiacas, úlceras gástricas,
herpes, gripes, cáncer, fracturas y otros padecimientos. Ello debido a que las
emociones disfuncionales debilitan el sistema inmunológico a través de
interacciones con el sistema nervioso autónomo el cual produce emisiones
anormales de hormonas; además conduce a hábitos negativos de vida como no hacer
ejercicio, fumar, tomar o comer en exceso. (Robles, 2007).
Rabin, et. al. (1995) refieren que
otra vía que relaciona las emociones con el sistema inmunológico es la
influencia de las hormonas que se liberan con el estrés. Las catecolaminas
(epinefrina y norepinefrina, también conocidas como adrenalina y
noradrenalina), el cortisol y la prolactina, y los opiáceos naturales
beta-endorfina y encefalina, se liberan durante el aumento de estrés. Cada uno
ejerce un poderoso impacto en las células inmunológicas.
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