Desde el punto de vista
psicoanalítico el simbolismo en sentido amplio se refiere a un modo de
representación indirecta y figurada de una idea, de un conflicto, de un deseo
inconsciente. En sentido estricto se refiere a un modo de representación
caracterizado principalmente por la constancia de relación entre el símbolo y
lo simbolizado inconsciente, comprobándose dicha constancia no solamente en el
mismo individuo y de un individuo a otro, sino también en los más diversos terrenos
(mito, religión, folklore, lenguaje, etc.) y en las áreas culturales más
alejadas entre sí. (Laplanche et. al. 1993).
Los símbolos patrios en México son:
El Escudo Nacional, Bandera Nacional y el Himno Nacional.
El Escudo Nacional está constituido
por un águila mexicana, con el perfil izquierdo expuesto, la parte superior de
las alas en un nivel más alto que el penacho y ligeramente desplegadas en
actitud de combate; con el plumaje de sustentación hacia abajo tocando la cola
y las plumas de ésta en abanico natural. Posada su garra izquierda sobre un
nopal florecido que nace en una peña que emerge de un lago, sujeta con la
derecha y con el pico, en actitud de devorar, a una serpiente curvada, de modo
que armonice con el conjunto. Varias pencas del nopal se ramifican a los lados.
Dos ramas, una de encino al frente del águila y otra de laurel al lado opuesto,
forman entre ambas un semicírculo inferior y se unen por medio de un listón
dividido en tres franjas que, cuando se representa el Escudo Nacional en
colores naturales, corresponden a los de la Bandera Nacional.
La Bandera Nacional consiste en un
rectángulo dividido en tres franjas verticales de medidas idénticas, con los
colores en el siguiente orden a partir del asta: verde, blanco y rojo. En la
franja blanca y al centro, tiene el Escudo Nacional, con un diámetro de tres
cuartas partes del ancho de dicha franja. La proporción entre anchura y
longitud de la bandera, es de cuatro a siete. Podrá llevar un lazo o corbata de
los mismos colores, al pie de la moharra. Un modelo de la Bandera Nacional,
autenticado por los tres poderes de la Unión, permanecerá depositado en el
Archivo General de la Nación y otro en el Museo Nacional de Historia.
Himno Nacional: Hubieron de
transcurrir treinta años de convocatorias, pruebas y rectificaciones durante el
Siglo XIX para que México conociera su Himno Nacional actual. La primera
composición del Himno Nacional, creada por José Torrescano, se estrenó en 1821.
Sin embargo, esta obra alcanzó poco grado de institucionalidad y aceptación en
el ámbito de la sociedad civil mexicana. Transcurrieron dieciocho años. La
Academia de San Juan de Letrán lanzó entonces una Convocatoria con el propósito
de crear la Letra de un Himno Nacional mexicano. A la convocatoria llegaron
treinta composiciones, de las cuales dos fueron seleccionadas recibidas: la del
estadounidense Andrew Davies Bradburn, y otra del poeta Félix María Escalante.
La musicalización de la obra de Bradburn fue escrita por el austriaco Henry
Hertz. Empero, dicho Himno tampoco tuvo una recepción favorable entre el pueblo
mexicano. Otro intento fallido que registra la Historia fue el del poeta de
origen cubano, Juan Miguel Lozada, y del compositor europeo Carlos Boscha.
En el año 1853, Antonio López de Santa
Anna convocó, por conducto de Miguel Lerdo de Tejada, un nuevo concurso
Literario-Musical, cuya convocatoria establecía como propósito el que hubiera
“un canto verdaderamente patriótico que, adoptado por el Supremo Gobierno, sea
constantemente 0el Himno Nacional". Los escritores José Bernardo Couto,
Manuel Carpio y José Joaquín Pesado fueron los integrantes del Jurado
Calificador, el cual determinó que la composición literaria de mayor mérito era
aquella que había sido presentado con el siguiente título: "Volemos al
combate, a la venganza, Y el que niegue su pecho a la esperanza, Hunda en el
polvo la cobarde frente".
El autor de la Letra premiada era el
Maestro Francisco González Bocanegra, originario de San Luis Potosí. No
obstante, la música ganadora --compuesta por Juan Bottesini-- no fue aceptada
por el pueblo, por lo cual se lanzó otra convocatoria pública para presentar
composiciones musicales para la Letra de Francisco González Bocanegra.
Se escribieron y recibieron quince
composiciones musicales. Entre ellas, se falló a favor de la que ostentaba el
epígrafe “Dios y Libertad”. Se procedió a buscar el sobre cerrado que debía
contener el nombre del autor; dentro de él se encontró el epígrafe de
referencia, así como las iniciales J.N. De inmediato se publicó un aviso
solicitando al autor se identificase debidamente. El 12 de agosto de 1854, el
Ministerio de Fomento, Colonización, Industria y Comercio, informó que el autor
de la hermosa cortina musical era Don Jaime Nunó, músico catalán Director de
bandas militares quien tras de residir en La Habana, Cuba, había llegado a
México.
Tras los arreglos y ensayos de
rigor, la composición adoptada como Himno Nacional, fue interpretada por vez
primera la noche del 15 de Septiembre de 1854, en el teatro Santa Anna, que
poco después cambio su nombre por el del Teatro Nacional. Esta primera
interpretación estuvo a cargo de una compañía de ópera italiana que se
encontraba en México, dirigida por el maestro Juan Bottesini. La obra conjunta
fue interpretada por el Tenor Lorenzo Salvi y la Magnífica Soprano Claudia
Florenti. El texto y música del Himno Nacional, autenticados por los tres
poderes de la Unión, permanecen depositados por mandato Constitucional en el
Archivo General de la Nación, en la Biblioteca Nacional y en el Museo Nacional
de Historia.
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