lunes, 9 de septiembre de 2013

Relativa debilidad de los procesos secundarios del pensamiento en los niños: formas de ver el mundo

            Una de las diferencias fundamentales entre los niños y los adultos en su forma de ver el mundo tiene que ver con la relativa debilidad de los procesos secundarios del pensamiento a diferencia de los adultos.


            El proceso secundario del pensamiento es aquel que se guía por el principio de la realidad, es capaz de postergar la satisfacción de sus deseos, tolera las frustraciones, se mantiene constante en las relaciones objetales (es decir, con las personas), reacciona en forma controlada ante las limitaciones que le impone el vivir; su accionar es mesurado, capaz de planificar y orientar su vida hacia una meta; su curso es longitudinal y su expresión ideativa es por medio del pensamiento lógico y racional de la palabra. El trabajo de convertir los contenidos mentales en réplicas fieles y precisas de los contenidos del mundo externo se lleva a cabo mediante el proceso secundario.


            El hecho de que exista una relativa debilidad no tiene nada que ver con que el niño tenga carencia absoluta de razonamiento. Un niño pequeño, después del segundo año de vida, puede entender muy bien, por ejemplo, la importancia de los hechos médicos, reconocer el rol beneficioso del médico o del cirujano, la necesidad de tomar las medicinas al margen de su sabor desagradable, de respetar ciertos regímenes dietéticos o hacer reposo en cama, etc. El hecho que deba permanecer en cama se convierte en prisión, la dieta en privación oral intolerable; los padres que permiten que sucedan todas esas cosas desagradables (en su presencia o ausencia) cesan de ser figuras protectoras y se convierten en hostiles, contra las cuales el niño descarga su hostilidad, enojo o agresión. (Freud, A. 1971).

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