Las nuevas generaciones heredan un
mundo interno abundante de órdenes endógenas. Estas órdenes varían de sujeto a
sujeto debido a que los genes maternos se combinan con los genes paternos; esta
combinación produce individuos siempre diferentes. A esta variación se le ha
conocido como “recombinación”, la cual constituye, especialmente en el ser
humano, el principal mecanismo evolutivo. La dotación de posibilidades que la
herencia porta, se pondrá de manifiesto por medio de la interacción con el
ambiente; de aquí que solo lleguen a realizarse las que ese ambiente permita.
Las recombinaciones, más las mutaciones, más la interacción con el ambiente,
dentro del “pool” genético de la población,
explican la filología como un proceso de variaciones endógenas.
La estructura del genoma humano, con
millones de unidades de información y millones de años de evolución, es el más
complejo resultado de la capacidad de adaptación de la materia viva, ante la
acción del ambiente. La información ambiental ha ido modelando poco a poco el
genoma de las diferentes especies, y sigue influyendo con sus cambios, tanto en
la filogenia como en la ontogenia.
El genoma nos hereda un “sistema de
actos”. Estos actos se manifiestan como instintos, los cuales se han definido
como aprendizajes arcaicos que han llegado a configurar patrones heredados de
comportamientos de sobrevivencia; éstos se complementan con estructuras
aprendidas. Los instintos proveen al sujeto de una multitud de indicadores
predecibles de comportamiento, los cuales pueden ir desde el amor hasta el
rechazo o desde la agresión hasta la huida, según los estímulos a los que se le
someta. Los comportamientos instintivos están vigorosamente regulados por la
inteligencia, de aquí que cuando ésta disminuye por trauma, enfermedad o
adicciones, el sujeto propenda a comportarse de manera primaria o brutalizada.
También la falta de desarrollo de la inteligencia, por haber permanecido en la
incultura, lleva a manifestar brutalización de la conducta. Por lo anterior, se
tiene un adolescente con comportamiento humanizado cuando el mismo ha tenido la
oportunidad de desarrollar su inteligencia, ya que es sólo esta la que puede
moderar y dirigir sus acciones.
Ni el sistema de comportamientos
heredados ni la inteligencia se desarrollan normalmente si se les daña mediante
la retención de información ambiental o mediante el suministro de información
equivocada. Los famosos patitos de Lorenz (1988) los cuales lo seguían a él
como si fuera su madre, debido a que se les proporcionó información equivocada,
que los condujo a ese comportamiento anormal. Lo mismo ocurre con la retención
o la falsificación de información en cuanto al desarrollo del niño y del
adolescente.
La retención de información ocurre
en ambientes estrechos, y la falsificación proviene de ambientes corruptos;
ambas pueden infligir suficiente daño como para convertir en disfuncional y desdichada
la vida de muchos adolescentes. (Robles, 2002).
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