Uno de los primeros puntos de la educación alimentaria que el adolescente
debe saber es aprender que lo que comemos se debe corresponder con lo que nos
desgastamos en el trabajo y en el ejercicio. Si comemos menos de lo que
necesitamos, llegaremos a la desnutrición; si comemos más llegamos a la
gordura. En este último caso los nutriólogos han puesto de relieve algunas
verdades importantes, como por ejemplo, que son tres los alimentos que se
transforman en obesidad cuando son ingeridos en exceso: las grasas, las harinas
y los azúcares.
La recomendación profiláctica
general para los adolescentes es la de evitar frituras, las carnes grasosas,
los alimentos muy dulces, como chocolates, refrescos embotellados y mermeladas,
los preparados de harina refinada como pasteles y bizcochos, Debe aumentar en
cambio el consumo de alimentos ricos en vitaminas, minerales y fibras
vegetales, tales como las frutas y las verduras, tomar bastante agua sola e
ingerir proporciones adecuadas de alimentos proteínicos, como gelatina, por
ejemplo.
Es indispensable también evitar el
consumo de “alimentos chatarra”. Los médicos, especialmente los de las
instituciones públicas como el IMSS y el ISSSTE, reportan un aumento continuo
de gastritis en niños y adolescentes, --padecimiento antes ausente en estas
edades—atribuibles al consumo de esos alimentos. Los mismos presentan graves
desventajas, además del costo exageradamente alto: baja capacidad nutrimental,
exceso de irritantes gástricos, abuso de harinas, sal y grasas, y propiciar el
consumo a cualquier hora, lo que desorganiza la emisión de jugos. Todo reunido
está ubicando la gastritis como un nuevo padecimiento juvenil, antes reservado
sólo a los adultos de vida muy agitada. Hay que hacer notar que las secuelas de
la misma pueden ser severas.
Para mejorar los hábitos
alimenticios es importante la asistencia de todos los adolescentes a la
consulta con el nutriólogo, ya que cada muchacho tiene necesidades diferentes,
por lo que se requiere que las prescripciones nutriológicas se hagan de manera
individualizada, pues se encuentran casos de obesidad por dieta mal balanceada,
hasta anemia, por insuficiencia de nutrientes. A la necesidad, cada vez mejor
clarificada, de conocer y practicar una nutrición sana, se debe la difusión que
ha tenido en los últimos años la ciencia de la nutriología, así como el aumento
en la costumbre del público a consultar al nutriólogo como método eficiente de
prevenir enfermedades. (Robles, 2007).
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