Robles (2007) menciona que el
sistema nervioso, que constituye el comando de nuestras funciones internas así
como de las relaciones del organismo con el ambiente, está sujeto a procesos de
cambio, que no terminan nunca. Estos procesos se desarrollan según dos
vertientes: la primera depende de procesos somáticos hereditarios y la segunda
de las relaciones que el organismo establezca con el ambiente.
Entre más interacción exista con el
ambiente, se construirán mayor número de redes neuronales que aportarán mayor
riqueza en la intercomunicación neuronal; a la inversa, una interacción
ambiental pobre causará el desarrollo de redes neuronales menos numerosas. Para
que se establezca un nuevo aprendizaje, por ejemplo, aprender a manejar una
computadora, se requiere del desarrollo de redes funcionales interconectadas, que
permitan la realización de los comportamientos correspondientes.
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