Robles (2007) menciona que la
búsqueda de equilibrio en lo físico, lo cognitivo y lo emocional, es lo mismo
que la búsqueda de homeostasis o estabilidad. La estabilidad resulta de
encontrar el punto en el cual las fuerzas a las que están sometidos los seres
vivos –naturales, físicas, psicológicas—se conjugan tratando de lograr de la
manera más completa el desarrollo de la vida. Como estas fuerzas son
cambiantes, la vida transcurre en permanente búsqueda de nuevos equilibrios
adaptados de manera más coherente a esos cambios. La homeostasis corporal
implica un equilibrio relativamente duradero entre fuerzas opuestas, mismo que
se logra por autorregulación, es decir, por la puesta en actividad de
operadores con energía propia que se “disparan” obedeciendo a estímulos
cuantitativos tales como exceso de calor, mucho frío, saciedad o hambre,
hiperoxigenación o hipoxia, etc.
El organismo humano es un modelo de
estructura que tiene órganos y funciones y cuenta con reguladores, disparadores
y auto correctores. Esto garantiza en condiciones normales un funcionamiento
casi perfecto durante largos periodos de tiempo. Ello se debe a todos los
niveles de la estructura: el celular, el de tejidos, de órganos, sistemas y
organismo en general; sin embargo malas condiciones de vida, traumas, problemas
emocionales o enfermedades pueden alterar este funcionamiento. De aquí que sea
necesario conocerlo para poder cuidarlo; entre más detallado sea este
conocimiento con mayor finura puede ayudarse a encontrar mejores situaciones de
estabilidad.
Para lograr sus equilibrios, lo
biológico requiere de satisfactores somáticos, mismos que al conseguirse
sustentan la posibilidad de satisfacer las necesidades superiores. Estas son
las cognitivas: ansia de saber, como necesidad urgente de sobrevivencia; las
emocionales: deseo de belleza, de cariño, de autonomía y de contento; y las
sociales: necesidad de aceptación, de solidaridad y de justicia. La satisfacción
razonable de todas ellas permitirá el equilibrio de la personalidad.
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