Con la maduración genital en los
adolescentes, se incrementa repentinamente la atracción por el género
complementario. Para satisfacer sus impulsos amorosos, tratarán de establecer
relaciones de pareja, hecho que les exigirá la elaboración de comportamientos
de convivencia finos y versátiles. La construcción de estos comportamientos
tienen un valor extremo porque ello constituye la oportunidad de alcanzar
múltiples logros de relación humana madura; actitudes tales como la
solidaridad, la empatía y la tolerancia son algunos de sus frutos necesarios. Pero
si las oportunidades de convivencia sana se frustran o se desvían, entonces la
relación de pareja puede dar lugar a la construcción de actitudes de abuso e
irresponsabilidad.
Lograr relaciones armónicas de
pareja trascenderá en el tono general de los comportamientos sociales, en la
mejor formación de los hijos y en la configuración de una sociedad más libre de
agresiones y delitos. (Robles, 2007).
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